Una mayoría simple de 55 senadores de los 81 con posición en la cámara del Senado brasileño han sido suficientes para efectuar el jaque mate en esta partida de ajedrez donde Dilma Rousseff estaba llegando demasiado lejos. La jefa del estado brasileño dejará su cargo al haberse opuesto a la medida únicamente 22 senadores. ¿Es el final de una historia interminable para Brasil? ¿Qué pasará ahora? Bien, para responder a esta pregunta vamos a echar un vistazo en primer lugar a cómo comenzó todo y cómo han ido evolucionando los hechos, porque la democracia sigue pendiendo de un hilo en el país de la samba.
Amanece nublado en Planalto
Ha sido en la mañana de hoy jueves cuando se ha procedido a la votación que, ahora sí, ha sido definitiva para Rousseff. El proceso para apartar del cargo a la jefa de estado podría durar hasta seis meses, un cargo que será asumido por el vicepresidente Michel Temer a partir de este próximo viernes hasta el primer día de enero de 2019, cuando concluye el actual mandato.
El primer aviso se remonta al mes de abril, cuando el día 18 la señora Dilma se quedó a un paso de que, lo que es hoy una realidad, fuese ya cosa del pasado pues la ciudadanía lleva mucho tiempo harta de la acumulación de deuda y contratación de créditos con dinero de la banca pública, así como todas las vulneraciones sociales que se han estado cometiendo a las leyes del país donde este mes de agosto, recordemos, se celebrarán nada menos que unos Juegos Olímpicos.
El famoso Impeachment ve luz verde
José Eduardo Cardozo, abogado general del Estado, insistía hoy tras esa fallida votación que no había argumentos que pusieran en tela de juicio la honestidad de la presidenta, algo que les causó "indignación y tristeza"; no obstante, la actitud de mártir ha sido suficiente por tan solo un mes, pues la que ha "decidado su vida a luchar por la democracia" ha terminado cayendo cual peón por la fuerza e insistencia de los que han sido tratados precisamente como peones durante años. ¿Una lucha entre iguales? Desde luego que no, pero en democracia la lucha siempre debería ser así.
Podemos viajar todavía más atrás en el tiempo para comprender la complicada situación brasileña, y por suerte no hace falta consultar a politólogos ni expertos en la materia, sino que con escuchar a Kim Kataguiri, un estudiante de 19 que puso voz a todo un país a finales de 2014, fue más que suficiente para entender que el Movimiento Brasil Livre (MBL) pronosticaba desde hacía años lo que ha terminado fraguando en unatubulosa tormenta. Evitar la dictadura totalitaria encubierta era el objetivo de este movimiento ciudadano ante el cual reían los activistas. Todo terminó derivando en una fracturación entre la izquierda, lo cual dificultó mucho el consenso para tratar de evitar antes un devenir tan a punto de caramelo para Rousseff, quien viendo cómo sus detractores no conseguían ponerse de acuerdo fue amasando sus estratagemas políticas con relativa facilidad. Pero eso se acabó. El vaso se ha desbordado por el escándalo de sobornos en Petrobras, por los señalamientos de que la campaña de reelección presidencial de 2014 se llevó a cabo con dinero desviado de la petrolera estatal y de otras tantas obras públicas; también por la violación de las normas fiscales, manipulación del déficit presupuestal...
Gracias a la votación de hoy, Rousseff tiene que recoger sus cosas y abandonar por la puerta de atrás el Palacio presidencial de Planalto. Estamos hablando de una situación límite que va más allá del sentido figurado; se confirma la presencia de vallas en las inmediaciones de Planalto, donde se ve desde la acera del Senado cómo la hasta ahora vivienda de la presidenta va desalojando todo tipo de objetos personales: cuadros, lámparas, adornos...
Pero esto no significa todavía el fin definitivo a la etapa de Rousseff, pues la última opción que sostiene el presente Gobierno es que recupere el cargo si fuese absuelta en el juicio político que va a abrir el Senado, un juicio que peude durar 180 largos días llenos de incertidumbre para la población.
Entonces, ¿ahora qué?
¿Cuál es el futuro ahora para Brasil? Desde cualquier lugar de la nación más grande de América del Sur se mira la figura de Lula da Silva y todo lo que se logró con sus viajes por África para construir alianzas de Estados en desarrollo, capaces de mantener una defensa clave en términos sociales contra los Estados Unidos. Esa política llevó a Brasil a ser reconocida como un pez gordo dentro del G20, pero desde la llegada de Rousseff la economía ha ido en declive cual trineo por la nieve; la gente teme que los logros del PT de covnertir al sector más pobre en la nueva clase media se desvanezcan por el propio peso de la situación. Además, a partir de ahora la desconfianza tanto fuera como dentro de la escena política será evidente, un juego de tronos donde nadie se fiará de nadie y los socios internacionales también van a encontrarse con la disyuntiva de si arrimar o no el brazo. Los únicos que pueden mover ficha son los propios brasileños, quienes no pueden rendirse ahora ante la inmovilidad de Brasilia. Las entes políticas deben cambiar el chip y escuchar a las fuerzas que piden poner los pies en la tierra, pues tal como anticipábamos anteriormente, los Juegos Olímpicos de Río 2016 están a la vuelta de la esquina y el escenario no podría ser más desfavorable.
Unos Juegos Olímpicos de incertidumbre
Estamos a tan solo tres mesespara que se enciendan todas las antorchas y miles de deportistas de élite comiencen a competir por ponerse una medalla y escuchar el himno de su país. Río de Janeiro pasará a la historia por ponerse a la altura de Atenas, Sidney, Atlanta, Barcelona o Pekín, ese selecto grupo de ciudades capaces de aunar tantas banderas con un objetivo común. La pregunta ahora no es otra que si va a terminar siendo un absoluto desastre o si hay algún tipo de esperanza para que todo lo que podría salir mal deje de salir tan mal. Hay quienes hablan de maldición, que esa papeleta del año 2009 que dejaba a Madrid sin sus primeros Juegos nunca debería haber sido pronunciada en favor de Río de Janeiro, porque seguramente si hubiesen sabido de la corrupción que se estaba produciendo en esos momentos nunca habría existido tal entusiasmo por parte de la ciudadanía.
Hablamos de la mayor caída del PIB en décadas, el abandono de Rousseff, el virus del Zika -que está causando daños humanos y económicos de enrome envergadura para la economía del país además de todos los efectos sociales que esto está acarreando en la calidad de vida de la población-. ¿Queréis más? Tráfico en carreteras en pésimas condiciones, contaminación capaz de dejar las aguas de los alrededores completamente gravosas y, para más inri, una creciente sensación de olor a excremento en los alrededores de las principales regiones de toda Brasil, algo que podría amenazar gravemente a los deportes de Vela.
Ahora mismo se necesitan millones de euros para cubrir la emergencia sanitaria, pero la preparación de una infraestructura como los Juegos Olímpicos es también una prioridad. Aceite sobre aceite. Con todo, no se han vendido todavía ni la mitad de los asientos para presenciar los Juegos (miedo del turista asiático y europeo en mayor medida por el Zika), pero a diferencia de la Copa del Mundo de Fútbol 2014, aquí está ya toda la infrestructura construida, por lo que puede que no sea aún demasiado tarde.
Situación incierta para Brasil, que está en el punto de mira de toda Latinoamérica y sin saber qué va a pasar a partir de ahora.