Pedofilia y pederastia son dos palabras que causan bastante rechazo a cualquier persona que las lee o escucha. Ambos se relacionan con un comportamiento sexual orientado a los niños y niñas, y se tienden a utilizar como sinónimos. No obstante, no son lo mismo, y es importante diferenciarlos. Os explicamos la diferencia entre pedofilia y pederastia, que es mucho más profunda de lo que podemos imaginar en un principio, y las implicaciones que tiene definir bien cada concepto y no usarlos como si fueran lo mismo.
La pedofilia hace referencia a las personas que tienen un deseo sexual por niños y/o niñas prepúberes, es decir, que no hayan pasado la pubertad. Los infantes hacia los que se siente atracción pueden ser del mismo o distinto género que la persona pedófila, y esta atracción puede ser exclusiva hacia infantes, o sentirla también hacia personas adultas.
No se conocen las causas por las que hay personas que sienten atracción sexual por los niños y/o niñas, pero sí es una condición catalogada como trastorno mental. Concretamente, en la actual edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM V), la pedofilia se encuentra dentro de las parafilias, que son desviaciones anormales de la conducta sexual. En definitiva, la pedofilia se limita al deseo sexual, y no implica realizar actos de abuso sexual contra niños y niñas. No sería considerado pedofilia el hecho de que un o una adolescente tenga este tipo de deseo por otros adolescentes de edades más tempranas (mínimo 13 años).
La pederastia, por su parte, hace referencia al acto y delito de abusar sexualmente de un niño o una niña, es decir, consumar cualquier tipo de acto sexual donde haya un infante implicado, incluída la pornografía infanil. Lo que nos puede sorprender es que el pederasta no es, necesariamente "el pedófilo que abusa de niños", sino que hay muchos casos en los que la persona que abusa sexualmente de uno o varios niños o niñas no es pedófila, es decir, no siente ningún tipo de atracción erótica por ellos o ellas. ¿Cómo puede ser esto? Los expertos afirman que pueden ser varios los motivos para ejercer abuso sexual infantil sin tener esa atracción o deseo, que suele ser por ejercer poder o por una grave falta de habilidades sociales por la cual no se atreven a acercarse sexualmente a adultos.
Por qué debemos diferenciar entre pedofilia y pederastia
Es lógico que pensemos que, en realidad, la diferencia es mínima porque el simple hecho de que una persona sienta atracción sexual por niños o niñas es algo que las reglas sociales ni la moral admite. Sin embargo, la condición de ser una persona pedófila no implica un delito, y la segunda sí. La pedofilia no es entendible, pero existe, sin embargo, lo más importante en la sociedad es prevenir los delitos de pederastia, y una de las vías es, según los expertos en este tema, en dejar de usar las dos palabras como sinónimos, pues aumenta el riesgo de que personas pedófilas se conviertan en pederastas.
La pedofilia no se elige, por eso mismo existen personas que tienen esa atracción, pero no quieren tener contacto con niños porque saben que es dañino para ellos, rechazan su condición. Sin embargo, eso les causa un profundo malestar y mucha culpa, y por eso no se atreven a decirlo a nadie ni recibir ayuda. Se investigan muchos tratamientos contra la pedofilia, tanto psicológicos como farmacológicos, pero en verdad aún hay mucho por descubrir. Una de las causas por las que es complicado encontrar un tratamiento adecuado es que los estudios se han realizado, clásicamente, con pederastas presos, los cuales o no tienen por qué ser pedófilos, o si lo son, han cometido el delito, y sería interesante saber más sobre los que no quieren cometer abuso sexual.
Es muy complicado tratar socialmente el tema de la pedofilia, pero se debe encontrar la manera de que las personas que tienen esta atracción sexual por niños se pongan en tratamiento por dos razones: una, para evitar que puedan cometer delitos sexuales, y la segunda, para aprender a gestionar vivir con esta condición, pues muchos desarrollan trastornos emocionales graves e incluso ideación suicida debido al sentimiento de culpa. Además, una mayor intervención ayudaría a la investigación para conocer el origen de la pedofilia y desarrollar posibles vías de cambiar su deseo sexual.