Nunca lo hubiéramos pensado, pero el mismísimo Kim Jong-Un, el presidente de Corea del Norte (acostumbrado a ganar las elecciones con el 100% de los votos) cuenta con un gran imperio de restauración a nivel internacional.
Al más puro estilo McDonald's en versión comunista, Kim sustituye los Big Macs por la apetitosa sopa de carne de perro; y a Ronald McDonald por divertidas bailarinas esclavas que se dedican a amenizar los locales buscando un momento en el que poder escapar del régimen.
No lo decimos nosotros: en más de una ocasión se ha registrado un suceso de este tipo, una muestra de que el personal de estos establecimientos, quizás y solo quizás, no está allí por voluntad propia.
El imperio ha alcanzado 130 restaurantes, ubicados en su mayoría en China, Rusia, Mongolia, Indonesia y otros países del Sudeste asiático. En Europa han tenido presencia en los Países Bajos y en España, concretamente en Tarragona, donde Alejandro Cao de Benós, único extranjero en el gobierno totalitario, quiso exportar el modelo del país asiático al interior de nuestras fronteras. Sin embargo, los locales en occidente han cerrado tras resultar un completo fracaso.
Y hay que reconocer que abrir uno de estos 'McCoreadelNorte' no es especialmente barato. Cada uno de los gerentes dispuesto a abrir este tipo de locales ha de pagar una tasa de entre 10 mil y 30 mil dólares al gobierno norcoreano, el mismo que mantiene campos de concentración a lo largo y ancho del país y que asesina a todo aquel que quiera cruzar el río Yalu, frontera hacia China.
En total, la dictadura norcoreana se está embolsando cuatro millones de dólares que nadie sabe a dónde van a parar, puesto que la hambruna en el interior de las fronteras (y fuera de la capital, donde viven los más afines) es una completa y absoluta realidad.
Al parecer, el dinero se canaliza a través del grupo Haednghwa, una organización gubernamental, así como por la empresa pública Room 39. Esta última, en cierta medida, es algo más sospechosa, puesto que se dedica al blanqueo de capitales de ciertos negocios "turbios" que la dictadura mantiene a lo largo y ancho del mundo. The New York Times ya ha afirmado que los locales pueden ser utilizados para el blanqueo de dinero del tráfico de drogas o armas que mantiene el gobierno fuera de sus fronteras y que ha provocado que sea objeto de múltiples sanciones internacionales.
Comer en el interior de un 'McCoreadelNorte'
Al igual que lo que sucede en el interior de Corea del Norte, la dinámica de estos restaurantes es, por decirlo de algún modo, curiosa. Con unos precios muy al estilo de Jordi Cruz, la carta nos ofrece platos tan apetitosos como fideos fríos, sepia a la brasa, platos con kimchi y la ya mencionada sopa de perro.
Para pasar el trago, nada mejor que una especie de bebida afrodisiaca que procede de una parte desconocida del oso, aunque se cree que es la bilis, extraída tras sacrificar al animal.
Lo más llamativo de todo es que los clientes proceden del principal enemigo del Norte, Corea del Sur, cuyo gobierno instó a sus ciudadanos a no pisar ninguno de estos locales como forma de presionar al país vecino tras las amenazas nucleares.
Al parecer, la necesidad de divisas del régimen le ha llevado a crear este tipo de locales para sortear las sanciones que enfrentan y el gran gasto militar y nuclear que está dejando las cuentas del Estado bajo mínimos.