Las negligencias médicas están a la orden del día. Suceden más ocasiones de lo que los ciudadanos son conscientes. A veces por fallos humanos; otras por la poca humanidad de esos mismos profesionales sanitarios, aunque no es la regla general.
La estremecedora historia que se relata a continuación llega desde Roma, en Italia. Una adolescente de 14 años ha muerto después de que los médicos le diagnosticaran estrés por error cuando en realidad padecía algo mucho más grave.
La joven acudió el pasado 6 de noviembre al Hospital Pertini tras un desmayo ocurrido mientras se encontraba en el instituto. Este desplome de su cuerpo no fue el único indicio de que algo perjudicial tenía en su interior: también le sangraron los oídos.
Sin embargo, estos síntomas no fueron suficientes para los médicos que la atendieron. Según los sanitarios, la chica padecía estrés y por eso su cuerpo había dejado de funcionar durante la jornada escolar. La madre de la menor, ante las evidencias físicas, insistió a los doctores para que le realizaran más pruebas en profundidad y pudieran diagnosticarle lo que verdaderamente tenía.
No llegó a tiempo
La insistencia de la progenitora surtió efecto. Los médicos le realizaron un TAC para descartar o averiguar una posible enfermedad. Los resultados de esta prueba determinaron que la adolescente sufría un aneurisma cerebal y que debía ser operada urgentemente.
Fue entonces cuando trasladaron a la joven a otro hospital y se llevó a cabo una dura y complicada operación. Pero no fue suficiente: la menor fallecía dos días después de su intervención.
Los hechos fueron puestos en conocimiento de las autoridades pertinentes y ahora la madre quiere que se depuren responsabilidades médicas. La denunciante asegura que de haber diagnosticado con mayor antelación esta enfermedad cerebrovascular, su hija podría seguir con vida.
La duda cierne sobre los profesionales sanitarios. La Fiscalía de la ciudad italiana ha abierto una investigación para profundizar en los detalles de este suceso. Existe la posibilidad de que verdaderamente haya existido una negligencia médica o que, por el contrario, la que llegara tarde a la cita fuera -por desgracia- la propia protagonista.