Cada 17 de marzo se celebra el Día de San Patricio, una festividad procedente de Irlanda para conmemorar la muerte de su patrón, San Patricio (como el nombre de la propia celebración indica). La proeza que se le atribuye al santo patrono es convertir a toda la isla al catolicismo utilizando un trébol para explicar la Santa Trinidad.
Según cuenta la leyenda, el patrón era hijo de un señor cristiano con muchas tierras, al igual que su abuelo. A pesar de que la isla de Irlanda tenga otros dos patrones, San Columba y Santa Brígida, Patricio se lleva el voto del público: se cuenta que, además de convertir a toda una isla al catolicismo, expulsó a todas y cada una de las serpientes que había en Irlanda. De hecho, a día de hoy es la única isla de Gran Bretaña libre de estos reptiles, aunque hay fuentes científicas que dicen que esto fue por los efectos de la última glaciación, hace miles de años.
Curiosidades de su origen
Como curiosidad, el patrón no era irlandés, sino que nació en Reino Unido. No solo eso, sino que tampoco se llamaba Patricio. Su nombre real era Maewyn Succat. Según cuenta la leyenda, fue secuestrado por piratas allá por el 365 d.C., donde trabajó como pastor a bordo mientras aprendía la lengua originaria de la isla: el irlandés. Su tiempo de cautiverio le llevaron a comenzar a escuchar voces que le hablaban, lo cual interpretó como la llamada de Dios y, tras huir, se convirtió en sacerdote de Roma, comenzando su proceso de evangelización cuando volvió a Irlanda, enviado por el Papa Celestino I.
Ahí fue cuando utilizó un trébol para decir aquello de que cada una de sus tres hojas representaba a las tres diferentes personalidades: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Al igual que el trébol, decía que la Santa Trinidad era una unidad, pero que se componía en tres partes que la conformaban. A los irlandeses de la época les gustó tanto esta alegoría que se la apropiaron como símbolo de la Iglesia de Irlanda (y también de la propia isla).
Cómo se celebra en Irlanda
Más de mil años después, hay dos formas de celebrar el Día de San Patricio. La primera de ellas, la tradicional, celebrándolo como un festejo religioso, ir a misa, rezar al patrón y demás. Pero la otra forma y la que más resuena en la cultura popular es la tradición de empinar el codo: beber. A comienzos del siglo XX, James O'Mara, parlamentario irlandés por aquel entonces, introdujo una ley que decía que el 17 de marzo de cada año, las tabernas debían permanecer cerradas. Finalmente, en los años 70 se eliminó esta ley, por lo que los irlandeses podían volver a celebrar en las tabernas.
Aunque ya hubo un primer desfile en Boston, en 1737, hasta 1931 no se celebraría el primero en la capital irlandesa, Dublín, donde todo se tiñe de verde (literalmente, echan colorante al río Liffey). De hecho, otras ciudades del mundo, como Chicago, también tiñen sus ríos de verde en conmemoración de este día.
Es tan importante el color verde en esta festividad que hay una ley no firmada que da derecho a cualquier persona a darle un pellizco a quienes no lleven una prenda de ese color el Día de San Patricio. Así que si, por cosas de la vida, vais a estar en Irlanda durante un tiempo: recordad meter en la maleta, al menos, una camiseta verde para evitar posibles disgustos.