Un militar ha sido detenido en la isla de Gran Canaria en el marco de la Operación Magnesio, encargada de investigar la distribución de pornografía infantil a través de internet.
Los agentes de la Policía Nacional han podido comprobar que este hombre no solo consumía estos contenidos: además, grababa y fotografiaba mientras drogaba y violaba a su propia hija de tan solo once. Además, se sospecha que el acusado también pudo abusar sexualmente de su expareja y de otra menor de edad que sería amiga de su hija.
Según ha avanzado el diario Canarias7, el sospechoso fue localizado como usuario de la red eDonkey, donde se distribuía pornografía infantil que el acusado se descargaba en su ordenador personal.
Los agentes de la UDEV (Grupo de Delitos Tecnológicos de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta) localizaron doce direcciones IP sospechosas el pasado 21 de noviembre de 2018 en la provincia de Las Palmas.
Una de esas direcciones se correspondía con un militar profesional que fue detenido en su domicilio en abril de 2019. Aquí comenzó una larga investigación que ahora concluye, donde los investigadores han conseguido descubrir todo lo que sucedía en el interior de aquella vivienda.
"Una pastilla de color blanco para dormir"
La labor de los investigadores ha permitido conocer poco a poco el testimonio de la menor que había sido sometida durante años a las violaciones de su padre sin que nadie de su entorno pareciera consicente.
La niña ha declarado que su padre le dio "una pastilla de color blanco y redondita" que estaba en una caja donde ponía, en su exterior, el siguiente texto: "Tomar esto media hora antes de dormir".
La niña asegura que su padre le dijo que tomara las pastillas porque le había comentado que "tenía pesadillas", en las que aclaró que "pensaba que su padre la estaba tocando cuando se despertaba", algo que su padre justificó en que ella "descansaría mejor".
También ha contado que cuando acudía a casa de su padre se despertaba todos los días pensando "hoy no he soñado, he dormido toda la noche" y que allí "dormía mejor que en casa de su madre".
Sin embargo, los investigadores creen que, en realidad, el acusado estaba drogando a su hija con potentes somníferos con los que se permitía los abusos sin consecuencias.
De hecho, la menor fue abandonando poco a poco el bloqueo hasta que confesó que la primera vez que había sido consciente de lo que sucedía fue a los nueve años, y que al final lo hacía tanto estando despierta como dormida.
El acusado, para evitar problemas, le habría dicho en repetidas ocasiones que todo lo sucedido "era un secreto" y que no podía contárselo a nadie, especialmente a algún agente: "Tú a la policía dile que no", le habría dicho.
Cámaras ocultas
Los agentes comprobaron que el acusado grababa "imágenes de extrema crudeza y dureza", violaciones que había capturado con todo un sistema de cámaras ocultas que había instalado en su vivienda.
Además, el acuisado también almacenaba fotografías y vídeos sexuales de su expareja a la que captaba con el teléfono móvil cuando estaba durmiendo o grababa con las cámaras ocultas.
El caso se encuentra actualmente en fase de instrucción y continua investigándose, por lo que los agentes continuan recabando pruebas para conocer si se podrían imputar más delito.