Con la llegada del frío, una de las preguntas que más se hacen los ciudadanos es cómo hacer que las castañas queden tan ricas como en los puestos especializados que encontramos por la calle.
Las castañas son un fruto bajo en grasas y, aunque no aporta demasiada vitamina C, sí aportan un porcentaje considerable de esta vitamina: media taza de castañas crudas equivale a entre el 35% y el 45% de la cantidad recomendada de vitamina C, según el medio especializado Webmd. A pesar de que al cocinarlas pierden parte de esta vitamina, siguen aportando entre el 15% y el 20% de la ingesta diaria recomendada.
Las castañas también son ricas en ácido gálico y ácido elágico, dos antioxidantes que aumentan su concentración cuando se cocinan. Hay estudios que señalan el efecto anticancerígeno del ácido elágico, presente también en muchos frutos rojos, kiwis y uvas.
Existen múltiples formas de preparar castañas: desde el horno, hasta la sartén, pasando incluso por la freidora de aire. El horno es la forma más sencilla y útil sobre todo si queremos preparar grandes cantidades de este fruto seco.
Cómo hacerlas
A pesar de todas estas formas de preparación, lo más importante es elegir el fruto correctamente. Ahora, ¿cómo hago esto? Parece ser que la clave se encuentra en el aspecto del fruto: "Esta debe tener un tono brillante. Esos significa que son frescas. No tienen agujeritos", declara un experto en laSexta Noticias.
De la misma forma, lo mejor es escoger las castañas que son gordas y no planas, ya que las primeras son las que quedarán más jugosas. Además, lo ideal es que todas las castañas sean del mismo tamaño, ya que así se asarán todas a la vez.
Para hacerlas, se deben lavar, rajar y cocinar. "Hay que hacer un corte que llegue hasta la carne", declaraba otro experto. Además, para que sea más sencillo pelarlas, es recomendable hervirlas para poder pelarlas con más facilidad.
Para prepararlas en el horno, lo mejor es cocinarlas durante 25 minutos a 180 grados.
