Ha pasado un año del encarcelamiento de Alfonso Jesús Cabezuelo y Antonio Manuel Guerrero Escudero, dos de los integrantes de 'La Manada'. Ambos están acusados de violar a una joven, presuntamente, en Pamplona durante las fiestas de San Fermín en 2016. Ambos permanecen desde entonces en la prisión militar de la madrileña localidad de Alcalá de Henares. Y de esta estancia en prisión, han salido a la luz algunos detalles completamente controvertidos.
Al igual que sus otros tres compañeros, que también están en prisión provisional desde que así fuera decretado por la Audiencia de Navarra, tanto Alfonso Jesús como Antonio Manuel siguen una serie de rutinas similares a las de una prisión civil. Sin embargo, a diferencia de otras cárceles, en la prisión militar gozan de un ambiente mucho menos conflictivo.
De esta forma, disfrutan de tres comidas al día, comenzando por un desayuno que se sirve a las 8:00, seguido de la comida a las 13:00 y finalizando con la cena a las 20:00. Además, disponen de diversas instalaciones como gimnasio, biblioteca y una sala de televisión, en las que pueden pasar el tiempo libre. Y también pueden hacer uso de servicios como monitor de deporte, prensa, profesor, médico, economato y máquinas expendedoras.
Pueden recibir visitas de forma regular
Del mismo modo, disponen de varios minutos a la semana para realizar llamadas y entre las 16:00 y las 19:30 horas pueden recibir visitas autorizadas por ellos mismos. Los fines de semana y los días festivos están reservados para familiares de primer grado, mientras que de lunes a viernes los visitantes no tienen la necesidad de mantener un vínculo directo con los reclusos.
Así pues, en las visitas de los sábados y domingos y días festivos pueden pasar un total de tres horas y media con sus familiares, pero el resto de días cuentan con dos horas como máximo para recibir a sus visitantes. Por tanto, como podemos comprobar, Antonio Manuel tiene la posibilidad de ver a su hijo y a su mujer con bastante frecuencia.
Para este tipo de encuentros tienen a su disposición de dos salas que no están vigiladas ni por personal de la cárcel ni por cámaras y que están amuebladas con mesas redondas y sillas. Además, para encuentros más privados, pueden solicitar el uso de dos habitaciones acondicionadas para estos casos.
Aunque pueda parecer que tienen bastante libertad y que disfrutan de comodidades y facilidades, una vez a la semana son evaluados por un juez de vigilancia que controla y analiza el comportamiento de todos los internos.