La madrugada del 3 de julio de 2021, en el paseo marítimo de A Coruña, un grupo de jóvenes persiguió y propinó una paliza mortal a Samuel Luíz, un joven de 24 años, al grito de "maricón". Fueron dos vendedores ambulantes quienes intentaron defender a Samuel de los golpes y auxiliarle, sin éxito. Estos dos hombres son Ibrahima Diack y Magatte Ndiaye y en esos momentos se encontraban sin papeles y podían haber sido expulsados de España al haberse visto envueltos en dicha agresión.
La Policía Nacional destacó su valentía y se les otorgó el permiso de residencia y trabajo, al igual que la distinción como hijos adoptivos de la ciudad. Un empresario de la zona, dueño de una fábrica de puertas, quiso contratarlos por su "heroicidad" aunque, tras año y medio, han sido despedidos y denuncian haber sido "explotados", algo que la empresa niega.
La Confederación Intersindical Gallega (CIG), el sindicato que se encuentra defendiendo a los trabajadores, asegura que tras la oferta se encontraron jornadas de casi 11 horas con el salario mínimo permitido, además de horas extras no pagadas y mayores exigencias que a los demás trabajadores. Afirman que no fueron avisados con la anterioridad que determina la ley, ya que se les comunicó el despido momentos antes de viajar a Senegal por Navidad a visitar a sus seres queridos. La CIG que asegura que el despido fue un acto de "represalia"por irse de vacaciones es negada por Puertas Betanzos, quienes aseguran que los motivos del despido son por "causas organizativas, productivas y económicas", ya que requieren de trabajadores más "polivalentes".
Además, desde la CIG aseguran que no se les ha pagado la indemnización establecida, algo que niega también la empresa. El caso pasará a manos de los tribunales, ya que los afectados van a demandar a la fábrica, quien a su vez emprenderá acciones locales contra el sindicato CIG.
"Decepcionados"
Ibrahima y Magatte comentaron que, tras lo ocurrido con Samuel Luíz, pudieron elegir entre varias ofertas de trabajo, y terminando seleccionando Puertas Betanzos ya que el jefe les pareció una persona en la que poder "confiar". Ahora, confiesan, se sienten "decepcionados". "Nos pareció una persona estupenda, por cómo hablaba. Pero ahora nos sentimos muy engañados, aunque sabemos que no todos son como él", cuenta Ibrahima.
Ahora se mantienen a la espera de encontrar otro trabajo y de que se resuelvan los procesos legales con la anterior empresa.