Aún todos recordamos el reciente descubrimiento de siete planetas alrededor de la estrella Trappist 1. Fue todo un hallazgo, ya que los científicos nos aseguraron que, al menos, en tres de ellos se podrían registrar las condiciones más indicadas para que se desarrollase la vida tal y como la conocemos.
En ese momento todos nos pusimos a imaginar si, finalmente, habíamos conseguido localizar otro universo de vida o, al menos, hallado un lugar en el que poder refugiarnos cuando los efectos del cambio climático -aunque le pese a Donald Trump-, acaben con nuestro propio planeta.
Sin embargo, el científico Eric Wolf, del Laboratorio de Física y Atmósfera Espacial de la Universidad de Colorado, ha acabado con estas elucubraciones y nos ha devuelto a la realidad. Aunque tranquilos: aún hay hueco para la esperanza.
Se exageró el alcance de la estrella
Según ha relatado este nuevo descubrimiento, tres de los siete planetas existentes no podrían albergar vida a causa del calor. Su cercanía a la estrella habría provocado que toda su agua se evaporara, por lo que serían completos desiertos en los que no habría ninguna presencia de seres vivos tal y como los conocemos.
En los otros tres planetas del conjunto, la situación sería inversa: su lejanía respecto a la estrella no habría permitido unas condiciones climáticas favorables y el agua se habría congelado por completo eliminando toda posibilidad de vida.
Para todo ello, se ha apoyado en la elaboración de un modelo climático en 3D en el que, basándose en los datos del hallazgo, ha conseguido establecer un mapa en el que evaluar las posibilidades de este sistema planetario.
Así, Eric Wolf decidió partir de la suposición de que los siete planetas de Trappist-1 tenían, o habían tenido alguna vez, vastos océanos sobre sus superficies y atmósferas con nitrógeno, dióxido de carbono y vapor de agua. Con ello, supuso que partían con condiciones más que perfectas para la generación de vida tal y como la conocemos.
A partir de esto, estudió las propiedades orbitales y geofísicas de cada uno de los planetas, todas ellas obtenidas de los datos reales que se registraron tras el descubrimiento de estos cuerpos. Y con ello, descubrió que la posibilidad de que seis de los siete planetas mantuviesen dichas condiciones era bastante mínima.
Tan solo un planeta se salva
Entre toda esta decepción, al menos, hay un hueco para la esperanza. Lo representa el planeta que se encuentra justo en el medio de los siete y en el que, según Wolf, podría encontrarse "al menos alguna zona habitable", dependiendo de los niveles de nitrógeno atmosférico. Para ello, sería necesario que el planeta contase, además, con océanos que "hayan podido mantener temperaturas similares a las de la superficie terrestre".
Sin embargo, si seguimos escuchando las conclusiones de este científico, la esperanza se va tornando poco a poco, en una nueva desilusión. A parecer, las enanas rojas ultrafrías, categoría a la que pertenece Trappist-1, pueden necesitar de hasta mil millones de años para estabilizarse. Mientras tanto, continúan emitiendo una intensa radiación solar y generando, en cada planeta, condiciones extremas de efecto invernadero.
Si todo esto se hubiese cumplido, entonces se habría necesitado que este planeta hubiera contado con una cantidad de agua siete veces superior a la de todos los océanos de la Tierra para resisitir y continuar con reservas de agua en la actualidad suficientes.
Y, hay que reconocerlo, esta posibilidad es bastante pequeña. Junto a la imposibilidad de encontrar vida en el resto de planetas, el descubrimiento de Trappist-1 y sus siete planetas pierde todo su encanto. Pero siempre nos quedará la siguiente duda: ¿estamos solos en el Universo?