La tenacidad del ejército japonés es una de sus cualidades más conocidas, pero nunca habríamos podido imaginar que esta llegara al extremismo. Así lo demuestra la historia de Hiro Onoda, un oficial que estuvo luchando cerca de 30 años en la II Guerra Mundial porque se negó a aceptar que esta hubiera acabado.
Este soldado fue entrenado como miembro de inteligencia. Para desarrollar su servicio fue enviado a la isla de Lubang, Filiponas. Allí recibió la orden de aplicar una guerra de guerrillas contra los estadounidenses. Sin embargo, por muy eficaces que fueran los japoneses, los estadounidenses lograron tomar la isla sin mucho problema y en febrero de 1945 todos los soldados menos Onoda y otros tres compañeros habían muerto o se habían rendido, por lo que decidieron ocultarse en las colinas e iniciar un contrataque, en espera de unos refuerzos que nunca llegaron.
Desde febrero hasta agosto el equipo continuó cumpliendo su misión, pero el 15 de agosto de 1945 se firmaba el fin de la Segunda Guerra Mundial, pequeño detalle que se les olvidó comunicar a la tropa de Onoda, que seguían con su misión de hacer una guerra de guerrillas.
No fue hasta octubre cuando vieron un panfleto que rezaba: "La guerra terminó el 15 de agosto de 1945. ¡Bajen de las montañas!", pero Onoda, que recordemos era oficial de inteligencia, pensó que era una estrategia aliada para hacer que se rindieran, por lo que decidió hacer caso omiso. Sin embargo, uno de ellos Yuichi Akatsu, comenzó a tener la mosca detrás de la oreja, y empezó a investigar por su cuenta, perdiéndose el solito por la selva. Después de seis meses dando palos de ciego se topó con las fuerzas filipinas, que le explicaron la situación. Pero lejos de avisar a sus otros compañeros se fue tan campante de vuelta a la civilización, por lo que Onoda y compañía pensaron que le habían capturado, lo que les hizo más escépticos a las señales del fin de la guerra.
En busca del teniente Onoda, un panda y el abominable Hombre de las Nieves
Lo peor de todo es que se acabó iniciando una guerra entre Onoda y sus compañeros contra la población local, ya que para sobrevivir tenían que saquear los campos de los vecinos de alrededor, lo que provocó que la policía local tuviese que abrir fuego en varias ocasiones contra ellos, por lo que los dos compañeros restantes de Onoda murieron. Para él habían muerto a manos del ejército aliado, claro.
El fin de su guerra llegó en el momento en el que un estudiante japonés amigo del teniente, Norio Suzuki, logró toparse con él, pues estaba recorriendo el mundo en busca de "el teniente Onoda, un panda y el abominable Hombre de las Nieves", en ese orden (seguro que dos de tres ha encontrado seguro). Hablamos ya de 1974. Afortunadamente, Suzuki logró hacerle entrar medio en razón, pero Onoda seguía empeñado en recibir una confirmación oficial.
Finalmente, un antiguo superior de Onoda, el mayor Taniguchi, ahora el librero Taniguchi, acudió hasta el escondite del teniente para hacerle entrar en razón, convirtiéndose en el último soldado de nacionalidad japonesa en deponer las armas.