Emily Wynnel Paul tenía, en 2013, catorce años. Vivía con su familia en Florida, y su vida era totalmente normal: no tenía problemas en clase, no había nada que pudiera alarmar a sus padres y su comportamiento era el que se espera de una niña de catorce años. Pero, de repente, sin que nadie comprendiera bien por qué, desapareció. Dejó una nota a sus padres, avisándoles de que volvería cuando tuviera dieciocho años, y nadie volvió a verla más.
Todo apuntaba a que había sido un secuestro, puesto que no tenía sentido que una chica que es feliz, que se encuentra bien con sus padres y con su entorno, desaparezca de repente sin dar explicaciones. ¿Por qué? ¿Qué la había motivado a hacerlo? Comenzó justo entonces la búsqueda. Gracias a la señal de su teléfono móvil, pudieron averiguar que se encontraba cerca de su casa. No obstante, el móvil solo se encendió tres veces para luego permanecer apagado para siempre, perdiéndose así su pista.
Hace tan solo unas semanas, la familia de Emily recibió una carta: "Estoy bien. Y me encuentro bien donde estoy". La madre la publicó a través de Facebook para, de esta forma, hacérselo saber a todos sus familiares y amigos, diciendo que querían informarles de que habían tenido noticias de Emily. "No tenemos más información para compartir en este momento", explicó ella. La Policía pidió directamente a Emily, usando también los redes sociales, que se comunicara con ellos: necesitaban saber si estaba bien, confirmar su identidad y ver si seguía desaparecida o no.
El 14 de agosto, Emily se puso en contacto con ellos, presentándose físicamente en una comisaría. Y, en efecto, la joven de diecinueve años ante la que se encontraban era Emily.
Una desaparición planificada
"No dijo que se encontraba en un lugar seguro, y que era feliz donde vivía. No quiso decir donde se encontraba ese lugar. Nos pareció que estaba en buen estado de salud y la dejamos ir, porque tiene diecinueve años. Le preguntamos por su domicilio y se negó a darnos una respuesta; por su edad y su privacidad, estuvo en todo su derecho. Le preguntamos si estaba retenida por la fuerza, y lo negó", explicó la Policía. Según ellos, Emily planificó de forma concienzuda su desaparición, porque dejó de usar su cuenta de Facebook pero usó otra para comunicarse con jóvenes que habían hecho lo mismo.
El caso se ha cerrado a nivel legal, aunque la familia jamás podrá hacerlo, puesto que Emily dejó un mensaje para ellos: no volvería a comunicarse con nadie de su familia jamás. Un misterio que jamás tendrá explicación, puesto que los implicados no quieren (o no saben) darla.