El pasado 3 de agosto de 2017 una de las juezas que lleva el caso de Juana Rivas remitió al Ministerio de Justicia la denuncia que la madre granadina interpuso a su marido por malos tratos el pasado 12 de julio del año 2016. El documento ha pasado este año guardado en un cajón a espera de ser traducido al italiano para ser enviado, después, a las autoridades italianas, las únicas competentes para juzgar a Francesco Arcuri del delito que se le acusa.
Esta ha sido una de las mayores reivindicaciones de Juana Rivas en los últimos meses: su deseo de que la denuncia que interpuso el verano pasado prosperara. Y esta demora ha sido, quizá, una de las causas por las que Juana se encuentra ahora escondida junto a sus dos hijos tras negarse a entregarlos a su padre como han ordenado varios jueces en el último año.
Tan solo una semana después de que Juana demandara a su expareja por malos tratos, la jueza señaló la "falta de jurisdicción de los tribunales españoles para el conocimiento de los hechos denunciados", de manera que se archivaba su denuncia por falta de competencia. Es decir, si Juana quería denunciar a su expareja debía hacerlo en Italia. Pero sus circunstancias personales se lo impedían con toda obviedad, además de que la existencia de un convenio bilateral entre España e Italia de los años 1959 y 2000 la amparaba.
La obligación de la justicia española es "remitir la denuncia inmediatamente a las autoridades italianas, a través del conducto del Ministerio de Justicia, con la debida traducción al italiano de la denuncia", tal y como afirmaba el magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, Miguel Pasquau, en su blog, que no ha dudado en pronunciarse sobre este caso. Además, tal y como reza el Estatuto de la Víctima, "las víctimas residentes en España pueden presentar ante las autoridades españolas denuncias correspondientes a hechos delictivos que hayan sido cometidos en el territorio e otros países de la Unión Europea".
Pues bien, tras muchos meses de lucha, parece que la denuncia que Juana interpuso el pasado año ya está en camino de ser entregada a las autoridades italianas. Además, en el mes de marzo, la jueza pidió poner esta denuncia en conocimiento del juzgado al que le compete ahora el procedimiento por supuesta sustracción internacional de menores. Una gran paso para esta madre granadina que se encuentra, actualmente, huida con sus hijos. No obstante, el entorno de Juana Rivas ha sido conocedor de este avance en el procedimiento judicial a través de los medios de comunión, pues ninguna institución se ha puesto en contacto con ellos para informales sobre lo sucedido.
La carta de Juana Rivas
Esta es la primera imagen de Juana Rivas junto a sus dos hijos desde que huyeran el pasado 27 de julio y a la que han tenido acceso los medios de comunicación. Este lunes una portavoz de la familia leía una carta enviada por la propia Juana en la que la granadina pedía la compasión de los tribunales que hasta ahora, según ella, no han obrado correctamente. Esta lectura era tan solo un fragmento del escrito completo que ha redactado Juana.
En esta carta Juana justifica su huida explicando que lo hace con la única intención de proteger a sus hijos: "Un rapto no puede ser una mujer que huye del horror para proteger a sus hijos (sí, con la excusa de las vacaciones) ¿Cómo si no? Para poder salir del terror en el que estábamos sumergidos, y donde literalmente la vida se me estaba agotando y cerrando un camino de libertad y bienestar para mis hijos. Un maltratador nunca te va a dar el consentimiento de irte".
Además también contesta a aquellas voces que la han cuestionado preguntándose por qué no denunció lo ocurrido mientras vivía con Francesco en Italia: "Cualquiera con mi historia, viviendo en una casa aislada en el campo a 8 kilómetros del único pueblo de una isla pequeña en un país que no es el mío, sin ningún familiar, trabajando con mi maltratador, viviendo en casa de mi maltratador, que controla todas mis entradas y salidas, con vecinos que me dicen que los trapos sucios se lavan en casa... ¿Qué persona en esa situación va y pone una denuncia para comenzar una lucha legal contra el hombre que la maltrata psicológica y físicamente frente a sus hijos durante años?".
Juana también relata cómo su hijo mayor ha sido testigo, en varias ocasiones, de los malos tratos de los que supuestamente ha sido víctima a manos de Francesco: "Cada situación violenta que desencadenaba este hombre era de puertas para dentro, pero nunca se privaba de que los niños no estuviesen delante, incluso mi hijo recibió algún golpe intentando defenderme. Él seguía a su padre cuando me encerraba para ver dónde escondía las llaves, tanto de casa como del coche; y, pobrecito mío, en muchas ocasiones me las traía y decía «mamá, ¡escapa!»".
La carta termina con un grito desesperado a la empatía tanto de la opinión pública como de los tribunales españoles. Un "por favor, pónganse en mi lugar" que encuentra su precedente en el "Juana está en mi casa" que entona, a día de hoy, gran parte de la sociedad española.