Las elecciones presidenciales de Estados Unidos están a la vuelta de la esquina. Tendrán lugar el 8 de noviembre de 2016, pero con las nominaciones oficiales de Donald Trump y Hillary Clinton como candidatos republicano y demócrata respectivamente la campaña electoral está más ardiente que nunca. Las encuestas están prácticamente en empate a pesar de que todo el mundo parece estar en contra de la actitud chulesca y el mensaje del miedo que expande Trump. A pesar de ello, Hillary Clinton no cuenta con tantos apoyos, ni siquiera habiéndose convertido en la primera mujer candidata de uno de los partidos mayoritarios, debido presumiblemente a la desconexión con el electorado joven que Bernie Sanders, el otro candidato demócrata, sí consiguió a lo largo de la precampaña.
Estas resumidas causas han convertido tanto a Trump como a Clinton en los candidatos a la Casa Blanca peor valorados que se recuerdan, con índices muy bajos de popularidad. Los norteamericanos se encuentran en una encrucijada ya que el próximo noviembre podrían 'tener que votar' al candidato menos malo. Pero, ¿acaso no se presentan más partidos políticos? ¿Solamente existen el Partido Demócrata y el Partido Republicano? Sí, pero el sistema político estadounidense se lo pone muy difícil para conseguir un mínimo de representación.
En EEUU, votar al 'mal menor' es decisivo en algunos casos
Antes de entrar en materia, tenemos que repasar la historia política de Estados Unidos de forma muy breve. Desde 1853, EEUU ha tenido un presidente demócrata o republicano. Antes de ello, la decisión estaba entre los demócratas y los whigs. Antes, entre demócratas y nacional-republicanos y, anterior a eso, entre demócratas y federalistas. Es por ello que Estados Unidos siempre ha tenido que elegir entre un bando u otro, salvo con George Washington, el primer presidente del país, que se proclamó independiente.
Es decir, de alguna manera, dos partidos (aunque el Partido Republicano haya mutado a lo largo de los años) se han disputado siempre la presidencia de Estados Unidos. Esto solamente cambió una vez, en las elecciones de 1912, donde Theodore Roosevelt se presentó por el Partido Progresista, un tercer partido, quedando por encima de los republicanos. A pesar de ello, hay dos senadores independientes que confluyen con los demócratas (entre ellos Bernie Sanders). La circunstancia que hemos comentado no se ha vuelto a repetir por ahora y no tiene pinta de que vaya a ocurrir pronto. ¿Por qué?
El sistema político de Estados Unidos está ideado de forma que sobreviva el sistema bipartidista. Dicho en pocas palabras, en la gran mayoría de estados del país, el candidato que se lleva la mayoría de votos en un estado gana el estado entero. Vamos, como dijo ABBA, "The winner takes it all". Es por ello que los votantes estadounidenses apuestan sobre seguro y van con los dos candidatos que saben que pueden tener representación: históricamente son el Partido Demócrata y el Partido Republicano. De hecho, el tiempo ha demostrado que un partido con un 15 o un 20% de votos cosechados a lo largo de todo el país se puede quedar sin ningún tipo de representación en el Senado o en el Congreso.
Para estos partidos minoritarios es muy difícil tener algo de influencia política. Además de las dificultades para tener representación, hay que tener en cuenta lo costoso que es para uno de estos candidatos presentarse en cada uno de los estados del país por partidos que se financian básicamente por donaciones. Una campaña estadounidense es muy cara y casi únicamente los dos grandes partidos pueden permitírselo.
Una campaña estadounidense es muy cara y casi únicamente los dos grandes partidos pueden permitírselo.
¿Qué partidos se presentan en estas elecciones generales de 2016? Hay muchos pero no todos tienen la representación de los demócratas y los republicanos, y ninguno se presenta en todos los estados del país. Podemos encontrarnos al Partido Socialista de EEUU que aspira a un máximo de 16 escaños (del total de 535 del Congreso), al Partido Delta con 21, al Partido de América con 84 o el Partido de la Constitución con 150, que se define como un partido altamente conservador de extrema derecha que busca transformar Estados Unidos en un país basado en fundamentos bíblicos.
En cambio, hay dos 'grandes partidos' entre los denominados minoritarios. Son el Partido Libertario y el Partido Verde. El Partido Libertario se fundó en 1971 y sus políticas se caracterizan por la implantación del sistema de Seguridad Social, el apoyo al matrimonio igualitario y a la tenencia de armas para uso personal, la eliminación de la prohibición sobre drogas ilegales o la bajada de impuestos. Representados por el color dorado y el logo de una antorcha y un águila, tienen a Gary Johnson como líder, un ex republicano que consiguió doblar los votos obtenidos por la formación en las pasadas elecciones de 2012, llegando a los 1,2 millones de votos en todo el país. Tiene acceso a 384 escaños y algunas encuestas les dan hasta un 10% de intención de voto en las próximas elecciones.
Muchos electores deben decidir si quieren seguir sus convicciones políticas o votar por un candidato que sepan, con seguridad, que va a contar con representación
El Partido Verde está representado por Jill Stein, una doctora que, como ocurre en el Partido Libertario, ya fue la candidata de la formación ecologista en 2012. Con acceso a 350 asientos, este partido de reciente creación (nació en 1991) aboga por la no violencia, democracia participativa y leyes de derechos LGTB e igualdad de géneros en la vida pública. El partido cuenta con representación en algunos ayuntamientos y, aunque cosechan alrededor del 0,4% de votos, en el año 2000 obtuvieron casi 3 millones de votos.
Para cualquier persona políticamente activa en Estados Unidos votar en las elecciones puede ser un acto bastante difícil. Debido al sistema implantado, muchos electores deben decidir si quieren seguir sus convicciones políticas o votar por un candidato que se acerque a su posición ideológica y que además sepa, con seguridad, que va a contar con representación en el Congreso o en el Senado. Es por ello que votar al 'mal menor' es decisivo en algunos casos. En 2016 más que nunca.