Mientras algunas figuras públicas ven sus carreras desmoronarse tras la revelación de comentarios o actitudes ofensivas, otras continúan cosechando éxito pese a un historial de polémicas recurrentes.
El caso de Karla Sofía Gascón es un claro ejemplo de la ira con la que se puede llegar a juzgar a ciertas figuras. La protagonista de 'Emilia Pérez', la película con más nominaciones a los premios Oscar de 2025, ha visto su imagen pública tambalearse en tiempo récord tras la exposición de unas antiguas publicaciones en las redes sociales con comentarios ofensivos hacia diversos colectivos.
La reacción fue rápida y eficaz. Se eliminó su imagen en la promoción del filme, surgieron los rumores de exclusión de eventos clave y un linchamiento mediático que parece no tener fin. Su futuro profesional ahora está en la cuerda floja, y la posibilidad de que sea vetada de futuras ceremonias de premios es cada vez más real.
Sin embargo, este caso deja en evidencia una realidad incómoda: no todas las figuras públicas son sometidas al mismo escrutinio. Mientras Gascón sufre las consecuencias de su pasado en un contexto de éxito reciente, otros personajes han logrado olvidarse de su cancelación con sorprendente facilidad.
La impunidad de Dave Chapelle ante sus comentarios tránsfobos y homófobos
El comediante Dave Chappelle es un ejemplo de cómo la cultura de la cancelación no parece ser para todos. Durante años, sus espectáculos han estado marcados por bromas que han generado críticas, especialmente desde la comunidad trans. No obstante, lejos de ver su carrera perjudicada, Chappelle ha conseguido una serie de reconocimientos, incluyendo su tercer Grammy consecutivo en la categoría de mejor álbum de comedia en 2025.
Aunque en alguna ocasión sus presentaciones han sido canceladas, como sucedió en Minnesota tras las protestas por sus comentarios tránsfobos y homófobos , su impacto en la industria sigue intacto. Netflix, la plataforma que alberga sus especiales, ha defendido continuamente su permanencia en el servicio, argumentando que la diversidad de voces es fundamental. Las críticas han sido persistentes, pero la respuesta institucional ha sido tibia en comparación con otros casos.
Este contraste es preocupante. Mientras a Karla Sofía Gascón se le ha retirado el apoyo de la industria en cuestión de días, Chappelle no solo sigue vigente, sino que es premiado con los máximos honores en su campo.
El problema de la selectividad
La cultura de la cancelación se ha convertido en un fenómeno impredecible y selectivo. El caso de Gascón recuerda a otros casos en los que la cancelación ha hundido a ciertas figuras, mientras otras han logrado mantenerse a flote pese a un historial problemático. Roman Polanski, por ejemplo, fue premiado con un Oscar en 2003 a pesar de haber sido condenado por abuso sexual a una menor. Chris Brown, declarado culpable por agredir a Rihanna, continúa recibiendo galardones en la industria musical.
El escrutinio no es uniforme. Mientras que las redes sociales y la opinión pública pueden amplificar ciertos casos y convertirlos en una condena social inmediata, otras figuras parecen inmunes a estas repercusiones. Chappelle, con su humor provocador y ofensivo, sigue llenando teatros y recibiendo premios, mientras que Gascón ve cómo su carrera tambalea por comentarios de hace años.
Una cancelación con favoritismos
El caso de Dave Chappelle y Karla Sofía Gascón demuestra una vez más que la cancelación no afecta a todos por igual. La severidad del juicio público parece estar determinada por factores que van más allá de la gravedad de los hechos, y la percepción sobre quién merece ser castigado y quién no parece regirse por criterios arbitrarios.
La pregunta que queda en el aire es si la cultura de la cancelación realmente busca la rendición de cuentas o si, en muchos casos, se convierte en una herramienta de castigo selectivo donde algunos siempre encuentran una salida, mientras que otros deben sufrir la ira de personas que han decidido colocarles delante de la mirilla de su odio.