La vida de Milaois Murphy, una joven de 18 años, ha cambiado por completo y de la manera más inesperada. Esta joven irlandesa no era consciente de que había estado embarazada de un bebé que nació a las 26 semanas con solo 500 gramos de peso.
Sin saber qué sucedía (advirtió a su madre que creía sufrir una apendicitis), la joven se vio obligada a dar a luz a su hijo sin ni siquiera saber qué estaba ocurriendo: rompió aguas a las 3 de la madrugada. Entre su madre, abuela y ella misma, consiguieron sacar adelante el parto con una operación traumática que casi le cuesta la vida tanto a la madre como a la pequeña.
"Noté cómo comenzaron a mojarse mis pantalones, mi madre empezó a ser consciente de lo que sucedía, me pidió que me relajara. Sin embargo, el dolor comenzaba a ser más fuerte y empecé a ver cómo salía la cabeza", ha relatado a la cadena irlandesa RTE.
Según cuenta en una entrevista con el diario The Sun, el pequeño contaba con un tamaño muy pequeño, similar a la palma de la mano, porque se trataba de un bebé prematuro. "Harper nació en el suelo de la cocina. Tras salir, la pequeña gritó y, al rato, dejó de respirar". Las mujeres que se encontraban en la vivienda tuvieron que realizar la reanimación con las prácticas que les estaban dictando a través del teléfono de Emergencias. Posteriormente, envolvieron al bebé en una manta para enviarla al hospital corriendo.
Gracias a los tratamientos que recibió en el hospital, la pequeña Harper ha conseguido salvar su vida y ahora pesa tres kilos y medio a sus cinco meses. Un nombre que ha llegado en todo un acto de azar, ya que los padres tuvieron que ponerse de acuerdo en cuestión de horas para llamar a su hija imprevista.
"Había tenido dolores de espalda, pero siempre pensé que eran gases"
La 'apendicitis' que precedió a su parto no fue el único síntoma. Previamente, la madre aseguró que había sufrido dolores de espalda durante semanas, pero no valoró la posibilidad de buscar ayuda o asesoramiento médico.
La progenitora asegura que ahora, con el paso del tiempo, piensa que"el bebé podría haberme dado patadas, pero no lo sabía porque nunca había tenido un hijo". Sin embargo, sí que había notado algunas señales, aunque "pensé que eran gases".
En cuanto al tamaño de su barriga, la joven pensaba que había engordado, pero el día del parto fue especialmente duro: "Esa noche estaba vomitando y vomitando, por lo que dije: 'Mamá, necesito ir al hospital'".
Ahora, con la vida de Harper estabilizada, todo el mundo está encantado con ella. La doctora que estuvo analizando su caso, Adrienne Foran, no ha dudado en mostrarlo: "Harper era más pequeña que una bolsa de azúcar. Tenía unos 20 minutos cuando la conocí, había entrado sin ritmo cardíaco, pero respondió muy bien a la reanimación inicial".
Una pequeña que ha mostrado una fortaleza insuperable.