La CUP ha anunciado su intención de boicotear el normal funcionamiento del Parlament en el caso de que los partidos constitucionalistas ganen las elecciones del 21 de diciembre.
Desde la formación anticapitalista se plantean acciones de hackeo que impidan poner en práctica las decisiones del futuro Govern. Los cupiers se escudan en que las elecciones del 21-D han sido impuestas y que el president continúa siendo Carles Puigdemont. A pesar de que aceptaron concurrir a los comicios con un 91% de apoyos entre sus filas.
La decisión ha sido anunciada por la exdiputada anticapitalista Mieria Vehí, que ha apuntalado que las acciones también incluirán ausentarse del Parlament o realizar "un voto de bloqueo". Ese bloqueo también se realizará en el caso de que los partidos secesionistas no decidan continuar con la vía unilateral (ERC ya aboga por una negociación con el Gobierno central).
A pesar de todo, Vehí no ha concretado específicamente las medidas que se llevarán a cabo. En declaraciones en La Sexta, la exdiputada simplemente se dedicó a recalcar su intención de "bloquear" el Parlament y calificar las elecciones como "ilegítimas y fruto de un golpe de Estado".
La pérdida de votos que enfrentan los cupiers el próximo 21-D (las encuestas aseguran que bajarán al menos dos escaños), ha llevado a que sus seguidores especulen con una especie de amaño electoral.
Para dar alas a esta teoría, tanto la CUP como la ANC (vinculada a Esquerra), han organizado una suerte de sistema de recuento paralelo al oficial. Con ello, intentarán verificar el resultado y poner en duda la limpieza del escrutinio. Garantizado, por otra parte, gracias a los observadores internacionales, las personas que acudan a los colegios a visualizarlo y a los apoderados de las distintas formaciones políticas.
Retroceso del independentismo
El independentismo se encuentra en serio retroceso a cuenta del encarcelamiento del exGovern y la fuga de los exconsellers y Carles Puigdemont. Ciudadanos empataría e incluso adelantaría a ERC según las encuestas, y cuenta con serias posibilidades de formas gobierno.
A ello, se suma las malas relaciones entre ERC y PDeCAT. Desde que Rufián, Rovira y Junqueras presionaron a Puigdemont insinuando que era un "traidor" por convocar elecciones autonómicas (lo que derivó en la DUI), la situación se tensó con un punto álgido: la fuga de Puigdemont sin avisar a su exvicepresident, que terminó en prisión.
La situación judicial de gran parte de los políticos en prisión ha llevado a una bajada de tono en el discurso político, y a abogar por una salida al conflicto pactada con el Gobierno central.
Mientras tanto, el bloque constitucionalista continúa en ascenso y sin grandes fisuras. El único escollo para que forme gobierno, son los comunes: la candidatura de Xavier Domènech promete decantar la balanza y aún no ha mostrado todas sus cartas.
