El planeta se muere. Una simiesca especie tecnológicamente desarrollada lo está matando a golpe de hidrocarburo. Sus líderes se han reunido por vigesimoprimera ocasión en una Cumbre del Clima, esta vez en París. Acudieron a esta Conferencia de las Partes (COP21) los dirigentes de los 196 países firmantes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Tras los fracasos encadenados en las conversaciones desde el postureo ecológico que supuso el Protocolo de Kyoto, las expectativas en París alcanzaron niveles inauditos en los medios de comunicación.
Veamos por sectores involucrados en el calentamiento global -especialmente en nuestro país- por qué todo esto esconde una pantomima muy mal disimulada y un fracaso anunciado.
1 Energía
El desarrollo de las energías verdes es un valor muy en alza para tomar en serio la posibilidad de que el planeta Tierra nos dure al menos un siglo. Los intereses económicos han adulterado la finalidad de este estratégico sector. En la cumbre se ha conseguido firmar un aumento máximo de 2º C en la temperatura global hasta el año 2100 pero los lobbies de las empresas que esquilman nuestra riqueza mineral se han propuesto que el resultado contente a la población -medios de comunicación mediante- y a sus intereses con extravagancias tales como rebajar las emisiones al nivel que permita aumentar 1,5º C siempre y cuando se mantenga la explotación de combustibles fósiles y se olvide por completo cualquier artículo que hable de descarbonización por petición de los países exportadores de carbón, petróleo y gas; así como la insistencia de China e India para evitar que esto figurase en el acuerdo como condición para unirse a la firma -siendo muy importante la de los grandes emisores-. El más pertinaz es probablemente el lobby del carbón.
Sin embargo, algo ha cambiado en el planeta desde Kyoto: ahora tenemos las más nuevas y maquiavélicas formas de destruir la decencia energética de nuestras sociedades. Nuestro nuevo amigo se llama fracking, técnica que desde un punto de vista reduccionista podemos tomar como consistente en la explotación de rocas de esquisto en el subsuelo para hacer surgir petróleo. Si Polonia ha abanderado en esta cumbre la lucha por el carbón y Arabia Saudí y Venezuela la del petróleo, en el fracking encontramos a Argentina. El país sudamericano agotó gran parte de sus reservas y comenzó a importar sumándose a la moda que el TTIP pretendía obligar a traer a Europa, hasta que algo cambió: surgió Vaca Muerta. Un yacimiento de tal calibre que el gobierno argentino comenzó a buscar una y mil excusas para la expropiación de YPF a Repsol, con los consiguientes conflictos políticos -la petrolera de Brufau es un fuerte bastión de los bancos españoles, de lobbies y de los políticos de la puerta giratoria-. Pero no todo son los Yacimientos Petrolíferos Argentinos, que de repente cobraron un valor insospechado, pues no nos olvidemos del gas natural y los repentinos conflictos con Rusia y Ucrania, ruta europea de la que depende la venta del 70% del gas ruso, por no olvidar la inestabilidad de sus rivales, Argelia y Libia. Cuántas coincidencias, ¿verdad?
A su vez, es notable la dependencia energética que países geográficamente privilegiados como España exhiben en su balanza de pagos en lugar de aprovechar su enorme potencial fotovoltaico por la extraordinaria cantidad de horas de sol al año. Quizá entendamos el origen aznariano del déficit de tarifa cuando Rodrigo Rato ligó la subida del precio de la luz a que no se supere el IPC, logrando una eterna subida del mismo, que hoy en día está compuesto por un 60% de impuestos. Populismo puro. O quizá entendamos ahora la gran amistad del rey don Juan Carlos con demócratas como el monarca de Arabia Saudí y países del Golfo. No interesa en absoluto que se aproveche el potencial renovable en España, se critican las primas a las energías limpias y se incentivan propuestas nucleares que lo suplan. Destaca enormemente el impuesto al sol decretado por Rajoy y el ministro Soria, quien se opone al autoconsumo de los hogares que logran mantenerse ecológicamente apelando a que "tiene que pagar esas infraestructuras porque, de lo contrario, el resto de consumidores estarían pagando por usted (autoconsumidor)". Clara apuesta contra el planeta y a favor de los lobbies -ya demostrado poniendo en peligro la riqueza natural de Canarias y Baleares con los intentos de prospecciones petrolíferas sin garantías suficientes de seguridad por parte de Repsol-.
2 Industria
El Protocolo de Kyoto (1997) se estableció con objetivos cortoplacistas hasta 2012 y la posibilidad de jugar con las cuotas contaminantes entre países tan solo sirvió para incentivar el desarrollismo a ultranza en los países más industrializados, que solían negociar con los subdesarrollados para la venta de cuotas a cambio de fondos para guerras y cooperación. Todo esto sumado a la decisión de China y Estados Unidos de no firmar y posteriormente ratificar el acuerdo, siendo los mayores emisores de gases de efecto invernadero a la atmósfera con un 24% y un 15,5% respectivamente y de CO2 con un 45%, hizo caer en saco roto todas las esperanzas de un cambio en la mentalidad industrial mundial.
En la pasada década las emisiones aumentaron un 24% y las previsiones hablan de un 41% desde 1990 hasta 2025 y de un 45% hasta 2030. No obstante, a la COP21 que ha tenido lugar estos días se ha llegado con grandes avances: Barack Obama compareció hace unos meses para reconocer la existencia y los peligros del cambio climático, algo insólito en EEUU donde la gran mayoría del Partido Republicano -que controla la mayoría de la Cámara de Representantes- niega su existencia y se opone a limitar la pujanza de las industrias que le financian. Por otro lado, el presidente chino Xi Jinping se ha comprometido a alcanzar su pico de emisiones de CO2 en el año 2030. Son las dos grandes esperanzas que se tenían en París para el acuerdo.
En la Cumbre del Clima nos encontramos con la problemática del conflicto entre los intereses de los países industrializados con los que se encuentran en vías de desarrollo. EEUU, la UE y Canadá van a comprometer 100.000 millones de dólares anuales para compensar a estos últimos, en especial a China e India, que se verían muy afectados por la limitación en su ritmo productivo y estos a su vez evitan poner fondos para los países más dañados porque consideran que tan solo corresponde a los países tradicionalmente desarrollados y no a los "nuevos ricos" que representan los BRICS -Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica-. Los países más vulnerables a los daños ambientales, como Japón y Nicaragua, pidieron más esfuerzos y lograron prorrogar hasta este sábado 12 de diciembre las reuniones para salir de Francia con un pacto, acuerdo o protocolo -ni siquiera se ponían de acuerdo en la forma jurídica- con el que evitar el último gran fracaso en las negociaciones: el de Copenhague en 2009.
Finalmente EEUU reducirá sus emisiones de CO2 en un 30% y la UE en un 40% pero todo bajo compromisos individuales y voluntarios. Por un lado, los países emergentes pretendían evitar poner fecha de caducidad o límite a los hidrocarburos y por otro las organizaciones ecologistas y la ONU advertían de que el hecho de que los compromisos sean individuales, no vinculantes y en los términos que se barajaban no haría otra cosa más que imitar el fracaso de Kyoto y supondría un aumento de la temperatura global de no 2º C, sino de hasta 2,7º C con las consiguientes catastróficas consecuencias -especialmente en las naciones del Pacífico y el Caribe, que agonizan por la consecución de planes más ambiciosos y algunas islas como Tangier (Virginia, EEUU) podrían desaparecer por completo en pocos años-. Parecía que se iba a lograr un acuerdo jurídicamente vinculante y sancionable pero EEUU intenta evitar el escrutinio internacional de cara a un posible cambio de gobierno y esta posibilidad se cayó dejándolo en revisiones periódicas del acuerdo a partir de 2023 cada 5 años entre los países que firmen -siempre y cuando sean al menos 55 países y supongan el 55% de las emisiones de CO2- gracias a los planes voluntarios y siempre individuales de los países, como queda marcado.
3 Transporte
"Los conductores eligen conducir, ¿por qué hay que criminalizar a los conductores?". Así amparaba la concejala madrileña Esperanza Aguirre el envenenamiento de las ciudades en grandes islas de calor y boinas de dióxido de nitrógeno. La apuesta por el transporte público es más bien cuestionable tras ver cómo Cristina Cifuentes ha frenado las inversiones en la EMT solo por sus desavenencias con el Ayuntamiento, a pesar del aumento previsto en la demanda.
Lo que parece primar es la apuesta por el transporte privado y por barrer la contaminación debajo de la alfombra. Pues sí, hablemos del protocolo seguido en Madrid -como ejemplo representativo de la situación de las grandes ciudades- pues el procedimiento seguido por Manuela Carmena, que están reformando para evitar los problemas surgidos tras su aplicación y las acusaciones de improvisación, fue aprobado por Ana Botella. Sí, la eficaz y competente Ana Botella también criticó la aplicación de su propio protocolo, ¿por qué? Muy sencillo, a ella le gustaron las soluciones a la pekinesa que introdujo en la capital pero jamás pensaba aplicarlas pues, además de haber menos coches por la crisis, se colocaron los medidores de contaminación en la Casa de Campo, donde nunca saltaría la alerta y así ella podía seguir llevando tres coches oficiales a la peluquería. Una verdadera perogrullada.
Lo más importante es la educación ambiental porque no se puede tener una doble moral basada en querer acabar con la contaminación para que se levanten las restricciones y poder volver a aparcar en el centro ya que, si todos buscasen eso, entraríamos en un ciclo de realimentación de quejas e inacción. Se deben incentivar medidas para peatonalizar las ciudades paulatinamente, apostar claramente por el transporte público, gravar a los vehículos más contaminantes y educar en el uso de bicicletas, coches compartidos, microparadas de taxi -como ha valorado Ada Colau recientemente- y caminar, ¿por qué no?
"Lo más saludable es elegir lo que quieren". Bien, señora Esperanza Aguirre, los ciudadanos eligen respirar.
4 Actividades agropecuarias
El medio ambiente es extremadamente relevante en la realidad humana dependiente del ambiente. La enormidad de las extensiones necesarias para nuestro mantenimiento alimentario o el del pasto para todo el ganado que nos suministra de bienes solo incrementa el uso de productos como fertilizantes o pesticidas a gran escala. El principal problema que acarrean estas explotaciones es la deforestación generalizada del planeta, la desertización y, al igual que en los otros grandes sectores, la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera -principalmente el dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4), el óxido nitroso (N20) y la amalgama de derivados hidrocarbonados halogenados conocidos como clorofluorocarbonos (CFCs)-. En este sector destaca la emisión por la maquinaria requerida, lo que se traduce en grandes emisiones de dióxido de carbono porque este no es un asunto circunscrito a los países desarrollados sino que ocupa todo el mundo y eminentemente los núcleos rurales.
Estos gases dejan pasar la luz en el espectro visible pero la capturan cuando es reflejada por la superficie, de modo que se crea un flujo de retroalimentación que, si bien es necesario para mantener una temperatura habitable en la Tierra -sin él se congelaría-, su aumento nos trae catastróficas consecuencias. Entre ellas encontramos el aumento de la temperatura media (calentamiento global), causando fenómenos extremos tanto por el deshielo de los polos y el posterior aumento del nivel del mar como por las sequías e inundaciones -en España tenemos el mejor ejemplo de cómo de unos años a esta parte hemos tenido que lidiar con ambos fenómenos simultáneamente en muchas ocasiones-.
Hay recientes estudios que hablan de que, irónicamente, el agujero de la capa de ozono se estaría cerrando lentamente y esto estaría agudizando el proceso de deshielo de la Antártida, pues gracias al conocido agujero se formaban nubes con un albedo potenciado justo sobre el Polo Sur de la Tierra. No obstante, el deshielo a su vez fomenta el efecto invernadero porque la materia orgánica que se encuentra bajo el permafrost al derretirse es empleada por las arqueas metanógenas en un gran círculo vicioso capaz de sintetizar importantes cantidades de CH4 , con un efecto invernadero cuatro veces más potente que el del CO2. Además las explotaciones ganaderas no hacen otra cosa más que agudizar el deshielo de dicho permafrost al darse la circunstancia de que el el otro lugar donde se encuentran estos microorganismos únicos es en el colon de los rumiantes y en cantidades ingentes, produciendo dicho metano.
5 Deforestación
La franja norte mediterránea en la que nos encontramos corre un gravísimo peligro de convertirse en un desierto adquiriendo las características climáticas del Magreb, el centro de Europa podría tener climas húmedos selváticos y la nueva zona templada del hemisferio norte correspondería con el ahora gélido mar Báltico. Todo por supuesto supondría una pérdida de biodiversidad de dimensiones insospechadas. Greenpeace advierte de que el Amazonas podría desaparecer por completo en 50 años a causa de la actividad humana. El cambio climático además afecta al ciclo polínico de las plantas, alterando su reproducción y, junto con la contaminación, explica el aumento sin precedentes en el número de humanos con alergias desde que hay datos.
Ante los graves problemas ya conocidos solo cabe reaccionar y, mientras nuestros gobernantes fingen su compromiso en la Cumbre del Clima, esta semana entró en vigor la nueva Ley de Enjuiciamiento criminal, que aunque ha llamado la atención por acabar con la figura del imputado, oculta otros problemas: la limitación de los procesos judiciales a seis meses con la excusa de agilizar los contenciosos por corrupción se cobra como víctima colateral los juicios ambientales, que en seis meses deberán quedar resueltos cuando la media está en 3 años, con lo cual se ampara la impunidad y nunca habría habido reparación en casos como el de la mina de Aznalcóllar o en la lucha que Greenpeace y Equo han realizado contra la Ley de Costas y, por ejemplo, el Hotel Algarrobico. De hecho el exdirector de Greenpeace, Juan López de Uralde -fundador de Equo- se presenta ahora en coalición con Podemos como número 1 por Álava.
En París como en otras 2500 ciudades del mundo, los ciudadanos se manifestaron el pasado día 29 de noviembre en apoyo del acuerdo de la Cumbre del Clima, pero por el estado policial de facto tras los recientes atentados no se autorizó la manifestación en la capital francesa -con numerosos detenidos- y se sustituyó por una consistente en el silencio de miles de pares de zapatos en la calle. Es tal el apoyo de grandes figuras socioculturales y políticas al medio ambiente que en aquella manifestación hubo un par de zapatos enviados por el propio Papa Francisco, quien ha destacado por ser el primero de su posición que ha escrito una encíclica ecologista: Laudato Si.
Al final nos quedamos con un texto bien intencionado que representa un acuerdo de mínimos muy pulido para poder lograr la vendida como histórica inclusión de todos los países, a diferencia de Kyoto, pero sigue permitiendo la mercantilización de bonos de emisiones -lo que se conoce como "mitigación de transferencia internacional"- y con el tiempo deberá demostrar si la voluntariedad de los esfuerzos llega o no a reflejarse en acciones que den un poco de oxígeno al propio medio ambiente.