Ledell Lee fue ejecutado por asesinato en Estados Unidos en 2017 a pesar de que los abogados pidieran a la Corte Suprema que se hicieran pruebas de ADN. "Nadie debe ser ejecutado cuando existe la posibilidad de que esa persona sea inocente", dijo la abogada Nina Morrison en abril de ese mismo año. Así lo ha informado The Washington Post.
Lee, condenado en la década de los 90, se convirtió en la primera persona ejecutada en Arkansas en más de una década a través de una inyección letal. Sin embargo, cuatro años después han encontrado nuevas pruebas que pueden indicar que Lee era inocente.
ADN de otra persona
Los investigadores han descubierto ADN de un hombre desconocido en el mango del bate de madera con el que la víctima, Debra Reese, fue asesinada a golpes. También se encontró ADN en una camisa blanca ensangrentada envuelta alrededor del arma, que parece ser de la misma persona.
Esta petición para revisar las pruebas fue solicitada por The Innocence Project, la American Civil Liberties Unión y la familia del propio Lee. Los resultados obtenidos casi tres décadas después del asesinato "resultaron ser incompletos y parciales", ha explicado Morrison, abogada del Innocence Project, que se dedica a probar la inocencia de los condenados a muerte.
Asa Hutchinson, gobernador de Arkansas, ha defendido la ejecución de Lee en una rueda de prensa diciendo que las nuevas pruebas no son "concluyentes" y señaló que "el jurado lo declaró culpable basándose en la información que tenían".
Culpable de otros delitos
Lo cierto es que Ledell Lee tenía otros delitos en su expediente. Después de su arresto por el asesinato de Reese en 1993, las autoridades vincularon a Lee con otros cuatro delitos: tres agresiones sexuales y un homicidio, aunque se le retiró el de homicidio y uno de los casos de agresión.
Debra Reese fue encontrada muerta en la habitación de su domicilio en Jacksonville con signos de haber sido apaleada 36 veces. La policía arrestó poco después a Lee, al que un vecino aseguró haber visto entrar y salir de la casa ese día.
Una huella de zapato y sangre encontrada en sus zapatillas reforzó su culpabilidad y fue condenado en gran parte por el testimonio de un testigo presencial en 1995. La defensa alegó evidencias defectuosas e irregularidades en el proceso y un letrado a cargo de la apelación reconoció tener problemas de abuso de sustancias, así como la falta de recursos para una defensa adecuada.