Millones de personas provenientes de Siria cruzan actualmente tierra y mar en dirección a Europa, buscando una salida ante el horror de la guerra que sufren a diario. Ponen en riesgo sus vidas y las de sus familias ante la esperanza de alcanzar un futuro mejor o, por lo menos, lejos del conflicto.
Pero, al final, no hay nada más lejos de la realidad, dado que Europa no cumple su compromiso de acogida de refugiados e incluso se da lugar al debate sobre la necesidad de amparar a miles de personas en lugar de permitir que mueran en el mar.
En junio de 2018 el Aquarius, que trasladaba a más 600 refugiados, atracó en el puerto de Valencia. Esta decisión suscitó fuertes negativas y algunas reacciones de rechazo que ponían de manifiesto una xenofobia creciente.
Sin embargo, echando la vista 70 años atrás y haciendo uso de un poco de perspectiva histórica, encontramos que esta situación ya se ha dado antes. Pero con un matiz importante: en aquella ocasión, miles de emigrantes europeos huían de sus países para encontrar asilo en Siria, huyendo de las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial, las mismas que viven hoy día los refugiados sirios y que, sin embargo, parecen no conmocionar lo suficiente a Europa como para acogerlos de forma digna.
Campos de refugiados europeos en Alepo
Decenas de miles de europeos provenientes de Bulgaria, Grecia, Croacia, Yugoslavia, Turquía y otras muchas nacionalidades afectadas por la guerra, acudieron a refugiarse precisamente a Siria, en ese momento bajo el control de Francia, y a otros países de Oriente Medio, Egipto y Palestina.
La localidad de Alepo, ahora destruida por el Daesh en plena guerra de Siria, construyó campamentos para refugiados europeos junto a otras localidades como Alejandría o El Cairo. Sin embargo, esta situación dista bastante de la actual, ya que entonces tanto los gobiernos implicados como las asociaciones de ayuda internacional realizaron un gran esfuerzo de colaboración para mejorar en la medida de lo posible la situación de aquellas personas que buscaban sentirse a salvo de la brutalidad de la guerra.
En el presente, Europa se jacta de la defensa de los principios occidentales, pero actuaciones como la llevada a cabo a la hora de hacer frente a los refugiados sirios llevan a cuestionarse cuáles son y dónde quedan los tan alabados valores europeos.