La crisis vivida en la actualidad en el marco de la llegada de cayucos a Canarias y la tensión en la ruta occidental está generando una creciente polarización sobre la cuestión migratoria. Se trata de personas que huyen de conflictos, el hambre o que buscan un futuro para dejar atrás legítimamente la simple precariedad.
La crisis ha generado un incremento de un discurso contrario a la llegada de personas procedentes del exterior que no se ha experimentado en otros contextos previos. En la localidad madrileña de Pozuelo de Alarcón, su alcaldesa, Paloma Tejero, ha mostrado su "gran preocupación" por la llegada de 152 personas procedentes del África subsahariana a un centro de su localidad.
Los vecinos de las urbanizaciones de esta localidad, señala Telemadrid, se han mostrado "alarmados al observar que en las últimas semanas se veía a estas personas deambular frecuentemente por sus calles". Este centro de acogida a refugiados fue abierto en marzo de 2022 en el marco de la invasión de Ucrania, no había registrado quejas vecinales y exhibía un cartel que hacía gala de la acogida de refugiados bajo el lema "Acogiendo a Ucrania"que se puede observar pulsando en este enlace.
Esto se suma a las declaraciones del concejal del PP en Torrox (Málaga), Salvador Escudero, que se ha lanzado mensajes de corte xenófobo ante estos hechos: "Control no sé, como no le pongan una marca como a los animales, que le pongan una pulsera o algo de eso, no sé yo hasta qué punto va a haber un control de estas criaturas que van a vagar por ahí dentro de un mes", ha espetado. Después, se ha disculpado pidiendo "perdón de corazón por abordar en estos términos un tema tan serio como la inmigración".
Y ello se suma a la polarización política desde los altos cargos políticos. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha apelado a "un momento de máximo temor por la seguridad nacional", el secretario general de VOX, Ignacio Garriga, ha equiparado la llegada de personas migrantes con "terrorismo" o el vicepresidente de Castilla y León ha tildado estos hechos de "invasión migratoria" y los ha vinculado con la inseguridad ciudadana.
Desde Medina del Campo decimos un NO rotundo a la invasión migratoria ?
— Juan García-Gallardo (@juan_ggallardo) October 25, 2023
¡Sin seguridad no hay libertad! pic.twitter.com/Jthes73dkO
Ante estos hechos, el ministro de Inclusión, José Luis Escrivá, ha calificado los comentarios de "oportunismo y xenofobia" y ha explicado que el repunte migratorio que se vive en la ruta occidental se gestiona igual que en las crisis pasadas.
???? Atendemos este repunte migratorio IGUAL que los anteriores:
— José Luis Escrivá (@joseluisescriva) October 26, 2023
????Gestión integral del sistema
????Según la vulnerabilidad de los migrantes
????Somos referencia internacional, integramos a 200.000 ucranianos
???? La DIFERENCIA, esta vez: el oportunismo y la xenofobia de algunos pic.twitter.com/CzDBScsqhQ
En este contexto, además, la realidad es que los datos hablan por sí solos. Si nos remitimos a los últimos datos aportados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), referentes a 2022, los extranjeros no cometen más delitos que las personas con nacionalidad española. El INE Indica que el 80% de los delitos cometidos durante ese año fueron de españoles, frente a un 7% de ciudadanos procedentes de la Unión Europea y 1,3% de ciudadanos extracomunitarios procedentes del Viejo Continente. El INE también dedica un apartado específico al continente africano, que señala que los delitos cometidos este año fueron un 7% del total o a los ciudadanos de América, un 9%.
Cuando los españoles emigraban a Europa de forma irregular y eran víctimas de un discurso xenófobo
La España actual difiere completamente de un país que existía en la décadas atrás, cuando los españoles se vieron obligados a emigrar a Europa. Más de dos millones de personas tuvieron que cruzar la frontera entre 1960 y 1973.
Más de la mitad de ellos abandonó el país de forma irregular, saltándose las restricciones que imponía el régimen, que intentaba impedir la salida de determinados colectivos, como por ejemplo las mujeres.
Cualquier salida debía ser gestionada a través del Instituto Español de Emigración, un organismo con fuerte burocracia que llevaba a muchos ciudadanos a optar por el visado de turista y optar por vías ilegales. En los países receptores podían caer en condiciones de todo tipo de abuso ante el riesgo de deportación. Además, estos inmigrantes españoles irregulares también se veían sometidos, como en la actualidad, a las redes de tráfico de personas en Europa, y sumas de dinero considerable a cambio.
Además, el discurso xenófobo también existió en contra de los inmigrantes españoles en Europa. La profesora de la Universidad Complutense de Madrid, Ana Fernández Asperilla, explicaba que "en Suiza, por ejemplo, eran considerados un peligro para las mujeres e incluso se les calificaba como potenciales violadores. En Holanda hay constancia de manifestaciones en algunos pueblos en contra de la llegada de trabajadores españoles y en varios países era relativamente frecuente que les pusieran impedimentos para alquilar una vivienda".
Se trata de algunas condiciones muy similares a las vividas, en la época, a la actualidad por las personas migrantes, sin embargo, el período de regularización, explica Fernández Asperilla "era mucho más reducido en aquella época".