La temperatura corporal, en estado de salud sin patologías, se encuentra generalmente entre los 36,1 y los 37,2 grados. Se trata de una temperatura eficiente, ya que el cuerpo no gasta excesos de energía a la hora de producir calor o protegerse de infecciones. Además, puede cambiar en función de cada apersona y del momento del día, además de que pueden influir otros factores, como el desarrollo hormonal o la edad.
La fiebre es uno de los factores más determinantes en el cambio de la temperatura corporal. El organismo se protege frente a virus y bacterias, motivo por el que se sitúa por encima de los 38º, cuando ya se considera fiebre. La mayoría de estos agentes sobreviven bien cuando el cuerpo se mantiene en los 36,5 grados. Pero la fiebre dificulta su supervivencia y, además activa el sistema inmunitario.
Las temperaturas a las que no podríamos sobrevivir
En cuanto a la temperatura ambiental, el organismo también está preparado para interactuar. Cuando es alta, la piel libera el exceso de calor mediante la sudoración para reducir bajar la temperatura del organismo. Sin embargo, a veces no es suficiente. Cuando estamos expuestos a temperaturas muy altas durante mucho tiempo, nuestro organismo es incapaz de controlar la diferencia.
Si el cuerpo se mantiene por encima de los 40ºC durante un tiempo prolongado, sufrirá un golpe de calor. Esto puede ocasionar graves daños en los órganos vitales y, si no se recibe la necesaria atención médica a tiempo, también la muerte.
Cuando sucede lo contrario, es decir, la temperatura ambiente es extremadamente baja, también se pone en riesgo la propia vida. El cuerpo pierde calor más rápido de lo que lo produce. Si la situación se alarga demasiado uy la temperatura corporal se mantiene demasiado tiempo por debajo de los 35 grados, se acaba generando una hipotermia.
La primera manifestación de una hipotermia son los escalofríos, el mecanismo de defensa automático del organismo para defenderse de las bajas temperaturas y calentarse. Después, las zonas más expuestas al frío empezarán a experimentar los síntomas de congelación. Sin embargo, lo que más preocupa es lo que sucede en el sistema nervioso, el corazón y otros órganos. Si no se pone remedio al frío, la hipotermia acabará produciendo insuficiencia en el corazón y el sistema respiratorio total, lo que eventualmente podría derivar en muerte.