Un año más, las redes sociales se volvieron locas con el vestido elegido por Cristina Pedroche para presentar las Campanadas de Antena 3. Pedroche crea polémica, y lleva haciéndolo muchos años; como ella misma ha señalado en más de una entrevista, sabe que será criticada por todo lo que haga, sobre todo con los aspectos más relacionados con su físico. Ella sabía perfectamente lo que se le venía encima; pero eso no la hizo achantarse. Le gustaba su vestido, le gusta su cuerpo y quería lucir así.
Hay quien ha tachado su vestido de "polémico", de "ordinario" o "soez". Pedroche no piensa así para nada. Esta mañana, en el programa de 'Espejo Público', ella misma ha sido la que ha querido salir a defender su indumentaria. "A quien no le haya gustado, lo siento. Pero nadie me ha obligado a ponérmelo. Soy una mujer libre y decido lo que quiero ponerme", ha sentenciado con firmeza. De esta forma, lo que pretendía era acallar a esa sección de la sociedad que ha señalado que ella no había sido la que había elegido libremente ponerse este vestido.
Pese a que puede parecer una tontería, esta aclaración es muy importante. Si fueran otros los que la obligaran a vestir de esta forma, sí que sería cierto que se estaría usando su cuerpo como reclamo y, por tanto, se estaría cosificando la imagen de Cristina Pedroche; se estaría reduciendo a la presentadora a un simple objeto puesto para el disfrute masculino. No obstante, ella ya ha aseverado (al igual que hizo en años anteriores) que estaba muy contenta con su vestido, y que eligió libremente ponérselo. Nadie la obligó, nadie le exigió que se lo pusiera; no fue un requisito para salir a presentar las campanadas.
"Quería algo sexy, atrevido, potente y joven. Cuando me lo puse, me sentí una superheroína", ha afirmado la mujer. Y es cierto que tenía un aire muy similar a Wonderwoman, con lo cual ha sido una comparación muy acertada por su parte.
Detractores en más de un bando
Cristina Pedroche no solo ha tenido que enfrentarse a aquellos que han afirmado que la cadena para la que trabaja la estaba cosificando, sino que también ha tenido que enfrentarse a todos los que la han tachado de "vulgar" (y otros tantos calificativos machistas que no queremos reproducir en este medio). Los primeros han sido, quizás, los más complicados. Y es que a pesar de que lleva años asegurando que elige sus vestidos libremente, hay quien duda de su palabra.
Es cierto que, en televisión, la imagen de la mujer siempre se muestra altamente cosificada e híper sexualizada. Se escoge como presentadoras únicamente a mujeres normativas, que entran siempre dentro del canon de belleza establecido por la sociedad, y esto es algo deplorable. Seguramente haya periodistas increíbles que por el mero hecho de no cumplir este patrón, jamás podrán llegar a ser presentadoras de televisión. Estas imposiciones sociales, por regla general, solo las sufren las mujeres; no hay más que echar una ojeada a las presentadoras o colaboradoras de televisión, y a los presentadores o colaboradores. Mientras que todas ellas cumplirán más o menos los mismo requisitos, los hombres tendrán morfologías totalmente distintas entre ellos.
Que la televisión cosifica a la mujer es, pues, un hecho. No obstante, eso no es excusa para afirmar que todas las presentadores de televisión con un físico normativo (entre ellas, Cristina Pedroche) son tontas, o están ahí únicamente por su físico. Eso es machista y misógino, casi tanto como pedirle a una mujer el tener un buen físico para presentar las campanadas de Año Nuevo. Porque se está haciendo en los dos casos lo mismo: se reduce a la mujer a un físico. Si es guapa, si entra dentro de los cánones normativos, es tonta. Pues no. Esto es algo que ha tenido que sufrir Cristina Pedroche siempre que ha decidido calzarse un vestido de este estilo; ha tenido que ver cómo todos ponían en duda su valía señalando que únicamente estaba ahí por su cuerpo.
Sí es cierto que el papel de Cristina Pedroche en televisión siempre es el de "tonta", el de "despistada". Pero eso no deja de ser un papel. Una mujer como ella, con la trayectoria que tiene, con la capacidad que tiene para ponerse ante una cámara, ha demostrado de sobras su valía profesional. Y es por eso que la contratan; sí, su físico influye positivamente, pero si no supiera hablar delante de una cámara daría lo mismo su cuerpo. Y juzgarla por su físico, señalando que esto es lo único bueno que tiene, es lo que muchos han hecho a raíz de verla presentando las campanadas.
Quizás lo menos conflictivo ha sido tener que hacer frente a todos aquellos que la han tachado de vulgar simplemente por ponerse ese vestido. Porque quien haya utilizado ese tipo de descalificativos machistas se retrata a sí mismo, y Pedroche lo sabe bien. Para ellos no ha tenido ningún tipo de declaraciones, sino que ha centrado toda su fuerza en sus primeros detractores.
No ha sido la primera vez que Cristina Pedroche ha sorprendido con su vestido, y tampoco será la última. Porque, como ya ha señalado en más de una ocasión, se viste así porque quiere. Está orgullosa de su físico y, por supuesto, usa la ropa que le apetece y se saca partido tal y como cree conveniente. Puede que el contexto no sea el más apropiado, que haya quien opine que está siendo usada para ganar audiencia pero, a fin de cuentas, con lo que deberíamos quedarnos es con sus palabras. Y si ella afirma que nadie la ha obligado a usar ese vestido, ¿quiénes somos nosotros para dudar?