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Política

La gestión errática de Génova y por qué Ayuso genera tanto apoyo popular a pesar de las acusaciones de corrupción

Pablo Casado finalmente se ha visto más perjudicado por los escándalos de Ayuso que la propia protagonista, que incluso sale reforzada.

La gestión errática de Génova y por qué Ayuso genera tanto apoyo popular a pesar de las acusaciones de corrupción

La guerra entre Isabel Díaz Ayuso y la dirección nacional del PP ha abierto en canal a la formación conservadora. Las acusaciones de tráfico de influencias que atribuyó Casado a la líder del Ejecutivo madrileño, por la comisión que cobró Tomás Díaz Ayuso en la compra de mascarillas en la peor época de la pandemia son demoledoras: "¿Cuando morían 700 personas al día puedes contratar con tu hermana y recibir 286.000 euros?", se cuestionaba en una entrevista en la Cadena COPE.

En política muchas veces no gana el argumento, sino quien impone el marco y, a partir de ahí, desarrolla la batalla dialéctica. Génova intentó utilizar medios para comprobar la veracidad de estas acusaciones planteando el espionaje político sufragado a través de una institución pública, la Empresa Municipal de la Vivienda y Suelo del Ayuntamiento de Madrid. Un planteamiento que rememora la trama Kitchen en su ejecución y que podría haber supuesto un caso de malversación de caudales públicos si se hubiera llevado a cabo.

Además, cabe destacar que esta investigación se ha planteado tras meses de filtraciones en la prensa de una disputa por el poder nacional en el PP, cuando Pablo Casado llegaba a aparecer desplomado en apoyos públicos frente a la propia Ayuso o Alberto Núñez Feijóo como candidatos deseados por la militancia.

Los escándalos de Ayuso han perjudicado más a Pablo Casado, mientras que la presidenta madrileña incluso ha salido reforzada
Los escándalos de Ayuso han perjudicado más a Pablo Casado, mientras que la presidenta madrileña incluso ha salido reforzada Cordonpress

Estos factores llevan a un sentimiento entre los potenciales votantes de que la posible corrupción que entraña esta comisión, que Díaz Ayuso rebaja a 55.000 euros, implica realmente una lucha por el poder, que Génova ha llevado hasta el extremo de romper al partido en canal.

Ayuso, como víctima de un espionaje por su popularidad (en un caso, el de los dosieres, en el que llegó a implicar a La Moncloa), es la mejor proclama para que las intenciones de la dirección del PP, sean cuales sean, se vuelvan en su contra. "Me están haciendo pagar ahora por tener 65 escaños", llego a afirmar la presidenta madrileña. Y, si no, cabe comprobar cómo se disparó el apoyo a Pedro Sánchez tras el fatídico comité federal de 2016 que terminó descabalgándole de la presidencia del partido. Y el devenir que experimentó Susana Díaz.

Todo esto se suma a un hecho clave: las acusaciones de Pablo Casado no llegan con pruebas concluyentes y, de hecho, el PP ha reconocido que no tenía la prueba definitiva que sustentase sus afirmaciones. En teoría, las intenciones de Pablo Casado pasan por una huída hacia adelante para esperar hasta el congreso ordinario de julio, una fecha en la que en teoría habría más información sobre las acciones de Ayuso.

El líder del PP espera que para entonces pueda aparecer como el 'mirlo blanco' del PP, aquel que llegó a poner en peligro su propio liderazgo por desenmascarar un caso de corrupción flagrante en su formación política. Sea como fuere, los tiempos de la justicia no son los de la política y la caída de apoyos (baronías, territorios...) puede hacer que vea este desenlace desde fuera del partido.

Una gestión errática

La gestión de toda la crisis ha sido profundamente errática. Primero, por las prácticas para lograr pruebas. Segundo, por haber entrado a la batalla dialéctica en los mismos términos que empleó Díaz Ayuso, a la que en un primer momento muchos cargos acusaron de romper el partido hasta que vieron que la otra parte seguía la misma táctica, en la que ambos sectores se encaraban como si perteneciesen a distintos partidos. Tercero, porque después de realizar una acusación tan clara, se diese por válido el documento que les presentó la líder madrileña sin más, algo que representa una falta de coherencia tanto ejecutiva como discursiva. Y cuarto, por no haber escuchado a los miembros del partido que pedían la salida de Teodoro García Egea.

Teodoro García Egea ya generaba previamente suspicacias dentro del partido y finalmente Casado unió su destino a él
Teodoro García Egea ya generaba previamente suspicacias dentro del partido y finalmente Casado unió su destino a él PP

El secretario general del PP, conocido internamente por su gran autoridad y su interés por controlar al máximo el partido con decisiones que en muchos casos se han considerado como un ataque a las formaciones territoriales, no tenía especial simpatía dentro de la formación.

Dejando de lado su enemistad con Ayuso, la presidenta madrileña había utilizado en varias ocasiones esta circunstancia para debilitar a Génova y ganar simpatía en algunos territorios. Uno de los mejores ejemplos lo mostró cuando recomendó al presidente andaluz, Juanma Moreno, en noviembre de 2021, que "no se comportara como una marioneta", que "vuele libre" y que convoque elecciones cuando lo considerase. En aquella época, Pablo Casado quería impulsar adelantos electorales en Castilla y León y Andalucía con el objetivo de repetir el efecto de Ayuso en Madrid, demostrar que la marca PP funcionaba por encima de los liderazgos y, de paso, impulsar un cambio de ciclo que facilitase sus aspiraciones al Palacio de La Moncloa. El resultado en Castilla y León lo dice todo.

Los barones ofrecieron en repetidas ocasiones la posibilidad a Pablo Casado de destituir a Egea como una vía para salvar su liderazgo. Al fin y al cabo, Casado no se había llegado a pronunciar abiertamente, por lo que estaba libre de la batalla dialéctica y, además, lograba pacificarse con los territorios. Pero su negativa y su entrevista en la Cadena COPE entrelazaron sus destinos. Parece complicado una salida que incluya mantener al actual líder del PP en el cargo.

Tuviese o no razón Pablo Casado, se llegó hasta el extremo de plantearse utilizar fondos públicos para espiar a un miembro de su partido, posteriormente se lanzó un órdago acusándola de corrupción sin tener pruebas contundentes, luego el PP se desdijo y finalmente ha mostrado una fisura con gran parte de su partido y sus votantes (los 4.000 que se manifestaron en Génova son personas que necesita para llegar a La Moncloa). Su gestión del caso Ayuso finalmente le ha perjudicado más que a la principal acusada.

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