Una pareja, José y Carmen León, de Lemoore, California, habían superado la peor época de la pandemia del coronavirus con cinco niños en casa y sobrevivido a la hospitalización en la que Carmen permaneció durante tres semanas por el virus a finales de 2021.
Sin embargo, en marzo de 2022, José enfermó. "Finalmente, cuando sentimos que estábamos mejorando, recibimos un golpe con esto", relata Carmen, recepcionista en una oficina de oftalmología, en declaraciones al medio Insider.
El problema de salud al que se estaban enfrentando es la fiebre del valle, una infección fúngica potencialmente mortal que ha ido aumentando durante los últimos años. Pero José no fue diagnosticado hasta aproximadamente un mes después de que comenzaran sus síntomas.
Mientras tanto, su condición se deterioró y todavía se está recuperando en la actualidad de la enfermedad y de sus secuelas. "Las cosas hubieran sido mucho mejores", dijo a Insider, "si me hubieran diagnosticado antes", lamenta.
José era operador de maquinaria de 40 años en una fábrica de queso y solía pesar alrededor de 90 kilos. Además, hacía ejercicio físico prácticamente a diario. Sin embargo, la primavera pasada, comenzó a quedarse sin aliento en el gimnasio y se encontró tan fatigado que trotaba en el lugar de trabajo solo para mantenerse despierto.
Un par de semanas después, desarrolló tos y dolores en todo el cuerpo. Después, este cuadro vino acompañado de fiebre y sudores nocturnos. Pero como estaba vacunado dos veces contra el coronavirus y las pruebas seguían dando negativo, se descartaba esta posibilidad.
Una clínica local a la que acudió José le dijo que sospechaba de la fiebre Del Valle, pero el médico no siguió su recomendación de hacerle la prueba. En cambio, le hizo radiografías del tórax, que estaba tan dañado que le recomendaron directamente que fuera a urgencias.
Pero incluso allí, los médicos pensaron que se trataba de un caso grave de Covid. Carmen dijo que lo enviaron a casa con medicamentos, incluidos esteroides, para que los tomara durante una semana, pero Jose no mejoraba.
"Dejó de querer levantarse de la cama, no quería comer", dijo Carmen. Así que lo llevaron nuevamente a urgencias, donde finalmente le diagnosticaron fiebre del valle. El infectólogo elevó la urgencia de su caso desde 7 (no tan mal) a 1 (muy mal), explica Carmen. Entonces ya había perdido más de 20 kilos. "En este punto, sus pulmones estaban completamente blancos, era neumonía en toda regla, hasta la garganta", explica.
José fue tratado con anfotericina B, un fuerte medicamento antimicótico intravenoso. Se quedó en el hospital hasta finales de julio con inyecciones porque su seguro no las cubriría en atención ambulatoria. Ahora, se encuentra en casa, pero lejos de volver a la normalidad. Toma diariamente un medicamento antimicótico oral que deberá recibir durante el resto de su vida y no puede volver a trabajar hasta 2023 como muy pronto. "Me siento mucho mejor", dice, aunque es relativo. "Siento que me despierto con gripe todos los días".
Fiebre del valle
La fiebre Del Valle o Coccidoidomicosis es una infección causada por la inhalación de esporas del hongo Coccidioides, que se encuentra en el suelo. No todos los que se inhalan las esporas enferman, pero alrededor del 40% de los que sí lo hacen desarrollan síntomas similares a la gripe.
Aproximadamente 1 de cada 10 pacientes pueden tener efectos secundarios graves, como daño pulmonar permanente. En raras ocasiones, las personas con fiebre Del Valle mueren si la infección se propaga a lugares como la piel, las articulaciones o la médula espinal.
Esta enfermedad no es contagiosa, pero las esporas se han encontrado cada vez en zonas más inesperadas. Se sabe que el hongo vive en los suelos del suroeste de los Estados Unidos y en zonas de México, Amércia Central y Amércia del Sur. Cuando Carmen preguntó al médico si había algo más que la familia pudiera hacer para apoyar a José, le respondió: "Mudarse de California". "Esa no es una opción para nosotros", afirma Carmen.