El sexo con robots ya es toda una realidad. Sin embargo, en algunos casos, puede llegar a rozar los límites de la ética. La despersonalización que implica una figura humana que no goza de tal naturaleza, puede llevar a que ciertas personas con algunos instintos... poco éticos, comiencen a desarrollar algunas prácticas, cuanto menos, cuestionables.
En este punto, queda el debate en torno a si estos objetos pueden conseguir evitar la comisión de un delito o si, por el contrario, pueden animar a que algunas personas desarrollen comportamientos violentos o poco respetuosos con otras personas.
La última creación que viene a traer este debate de nuevo a la arena pública parte de la empresa True Companion, que ha creado la Frigid Farrah, un robot sexual directamente preparado para que sus usuarios puedan recrear la escena de una violación sexual contra una mujer.
Dejando de lado que en España, al menos una mujer sufre una violación cada ocho horas, según datos oficiales, el debate en torno a si estos productos fomentan o no este tipo de sucesos debería quedar palpable (no se ha inventado un robot masculino similar).
El aparato, con una apariencia humana completamente espectacular, tiene todo lujo de detalles para dejar claro que lo que está sucediendo no es una relación sexual consentida: "Tiene una zona privada que, al tocarla, muestra al robot completamente descontento".
La violación como divertimento
Con todos los estereotipos propios de la cosificación de las mujeres, esto es, el molde de cuerpo femenino con pechos abultados, delgadez palpable y cuerpo tonificado; el robot cuenta además con una opción que provoca que la cara se torne en la propia de una persona que está sufriendo por todo lo que acontece. "Con ello queremos permitir que cada uno pueda realizar sus sueños sexuales más privados", rezan sus creadores en la página web.
Su creación ha recibido todo tipo de críticas, ya que los colectivos feministas han afirmado que una violación no se puede entender como un divertimento, sino como un crimen de violencia. "Es como si le facilitásemos las cosas a los asesinos entregándoles objetos realistas y sangrantes para apuñalar".
Mientras tanto, el debate sobre la ética continúa patente entre todos los que consideran que este tipo de inventos puede prevenir las violaciones y los que afirman que únicamente contribuyen a fomentarlas.