Siempre que compramos un nuevo smartphone prometemos que lo vamos a cuidar más que a un hijo propio. Le compramos una funda cuqui y cada dos por tres limpiamos la pantalla para eliminar cualquier mota de polvo o huella de nuestros dedos. Todo es felicidad hasta que al hacernos una selfie complicada o simplemente al ir a guardárnoslo en el bolsillo, resbala y cae al suelo. Son segundos de locura, de caos y de incertidumbre en los que uno reza a todos los santos para que no le haya pasado nada al móvil. Al recogerlo, las taquicardias dan paso a infartos al ver una grieta en la pantalla del tamaño del gran Cañón del Colorado.
Para ahorrarnos estos disgustos, unos químicos de la Universida de California han desarrollado un material capaz de repararse solo con el objetivo de que se fabriquen con él las pantallas de los smartphones. Parece un milagro, pero no lo es. El material está compuesto por iones y moléculas capaces de atraerse para volverse a unir tras un rasguño. Solo harán falta unas 24 horas para que la pantalla vuelva a su estado natural previo al golpe.
El polímero flexible con el que se compone el material es capaz de estirarse hasta 50 veces su tamaño original. La novedad, si embargo, radica en que puede conducir la electricidad, algo fundamental para las pantallas táctiles de las que se componen los smarphones de hoy en día para que podamos manejar el teléfono en vez de con los antiguos teclados.
No es la primera vez que se desarrollan materiales milagrosos con el objetivo de reparar rasguños o grietas en la pantalla, pero aquellos autorreparables no garantizaban que la pantalla fuera táctil, por lo que tuvieron que ser descartados.
Aun habrá que esperar un poco para disfrutar de esta nueva tecnología, por lo que hay que seguir teniendo cuidado con nuestros móviles. Se calcula que el nuevo material comenzará a implementarse en el 2020. Paciencia y cuidado con los infartos.