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16 cosas de nuestra infancia millennial que las nuevas generaciones jamás comprenderían

Sí, la llegada de la denominada como generación Z se ha perdido muchas cosas del inicio millennial.

Si eres uno de esos últimos millennials, es decir, de los nacidos en la década de 1990, quizás te encuentres grandes diferencias con la llamada generación Z. Sí, amigos, la revolución digital se ha instalado de forma definitiva y, aunque aún seamos jóvenes, podemos vivir con la sensación de que nacimos en el Paleolítico... ¡Realmente llegamos a este mundo hace un siglo!

En un mundo lleno de pantallas táctiles e internet a la vuelta de la esquina... ¿Cómo vivimos nuestros primeros años? Y lo peor, ¿qué tipo de cosas no comprenderían las nuevas generaciones? Un primer apunte y va en serio, como podréis comprobar bajo estas líneas: había gente que jugaba con mocos de plástico, se comía la correa de los relojes y tenía cámaras de broma con payasos de juguete que saltaban. ¿No os lo creéis? Atended:

1 Una visita a los recreativos

La consola de muchas infancias
"La consola de muchas infancias"

Cuando teníamos ansias de recurrir a una buena tarde de juegos, teníamos la increíble oportunidad de acudir a los recreativos del pueblo o del barrio. Siempre cuando recibías la paga (si eras de los que lo hacían), en alguna ocasión caía una partida.

Ya fuera con el simulador de coches, el 'Street Fighter', el juego de palas con el que movías un disco magnético por toda la mesa o esa máquina con una pinza en la que se suponía que conseguías capturar un peluche (que casi nunca tocaba).

2 Nuestros juegos cibernéticos más legendarios

Esto promete, amigos
"Esto promete, amigos"

Los niños de la actualidad tienen todo tipo de contenidos digitales sobre la palma de su mano. Basta con acceder a la tienda de aplicaciones de turno y elegir la última edición de Pokémon o, según gustos, nuestra querida 'Peppa Pig' ('Peppa la cerda' en español, por cierto).

Sin embargo, en nuestra época... ¡Teníamos juegos en nuestro ordenador mucho más interesantes! Todo lo que necesitábamos era encender el aparato, esperar un siglo hasta que el relojito que movías con el ratón se convirtiese una flecha y elegir entre una 'larga lista': el solitario, el buscaminas, el pinball... y poco más.

La versión portátil se encontraba en las primeras Game Boy, aquellas que, incluso, ¡tenían pantalla a color!. Allí teníamos juegos de todo tipo: Tintín, Tetris e, incluso, basados en la última película del mercado. Eso sí, los gráficos... dejaban mucho que desear.

3 Las cartas de 'Pokémon' vs 'Pokémon Go'

El 'Pokémon Go' de tu infancia
"El 'Pokémon Go' de tu infancia"

El furor de 'Pokémon Go' ha recorrido todo el mundo. Los desarrolladores de esta genial app han conseguido crear un juego que nos levanta del sillón y nos hace caminar y caminar para encontrar todas las especies con las que progresar en el juego.

Sin embargo, ¿nadie recuerda el juego de cartas de Pokémon? Basado en las primeras ediciones de las consolas, permitía interaccionar con nuestros amigos con un simple cartón. Incluso, para los más aventurados, podían acudir al lugar de turno (en Madrid era El Rastro) para intercambiar cartas con las que completar esa colección con la que, luego, intentar ganar a tus amigos.

4 Las cámaras de sustos con payaso incluido

Sí, da miedito
"Sí, da miedito"

Acabas de leer este título y te has creído que estamos hablando de la última película de 'Shaw', ¿verdad? Lo cierto es que el título es completamente esperpéntico, pero representa el juguete más intrigante de nuestra infancia.

Lejos de hacer fotos instantáneas con móviles, entonces nos conformábamos con un juguete de plástico que simulaba una cámara. Cuando se suponía que ibas a hacer la foto, el 'obturador' se abría y salía un payaso a 'toda leche' con un ruidito un tanto extraño. Y sí, la cara daba mucho miedo. Las nuevas generaciones han perdido valentía y esperpento, sin duda.

5 Las pajitas con formas raras

Todos probamos alguna
"Todos probamos alguna"

Nuestra infancia, en algunos aspectos, no se caracterizaba precisamente por la sencillez. En todo un alegato a las montañas rusas a las que acudíamos de vez en cuando, algún genio decidió lanzar toda una serie de pajitas de beber con miles de vueltas.

Nuestros ojos se abrían cual búho cuando comprobábamos cómo el líquido ¡comenzaba a girar y girar! Alucinante, ¿eh? Lo peor era cuando tenías que sorber durante una hora hasta que, finalmente, podías beber. Al menos estimulábamos la paciencia, que no es poco.

6 Aquellas mañanas escuchando vinilos, casetes viejunos y programas como 'Música Sí'

'Música Sí', uno de los programas de tu infancia
"'Música Sí', uno de los programas de tu infancia"

Si naciste en la década de los 90, quizás llegaste a vivir algunos de los últimos coletazos de La Movida. Y uno de ellos, con unos estilos ya mucho menos arriesgados que en los 80, era la presencia de música en la televisión. ¡Sí, tenía cabida!

Uno de los programas más meteóricos de la época era 'Música Sí', que triunfaba en las mañanas de los fines de semana en Televisión Española. Por allí pasaban todo tipo de artistas a presentar sus últimos trabajos y había alguna que otra entrevista (¡quién se imaginaría una versión con los temazos de Leticia Sabater y Yurena en la actualidad!... mejor mirad 'Sálvame' y veréis que sí existen).

Por otro lado, más de uno hemos vivido los últimos años del vinilo, esos discos gigantescos en los que, paradójicamente, había espacio para cuatro canciones. Pero lo que pegaba en los 90, sin duda, eran los casetes, esas cajas de plástico con un rollo dentro que podías copiar sin problema en el 'loro' de tu primo y que, en más de una ocasión, tuviste que volver a enrollar con un lápiz. A modo de batallita, quizás alguna de las nuevas generaciones no comprenda lo del lápiz. Explícaselo.

7 Los vasos y cucharas que cambiaban de color con la temperatura

No podíamos creer que funcionaran
"No podíamos creer que funcionaran"

Nuestros desayunos de cereales de colores, en los que nos poníamos de azúcar como 'la moñoño', venían acompañados de su correspondiente 'Cola Cao', la mejor combinación para evitar un buen cuadro de diabetes.

Si eras de esos que bebían su brebaje favorito caliente, quizás tuviste la oportunidad de contar con una de esas cucharas e incluso vasos que, cambiaban de color en cuanto subía la temperatura. Seguro que, al mirarlo, 'fliparías mazo', como acostumbran a decir los madrileños que presumen de no tener acento.

8 El moco verde de Flubber

¿Quién no recuerda esta genialidad?
"¿Quién no recuerda esta genialidad?"

Las películas que marcaron nuestra infancia 'noventera' ocupan una larga lista. Pero, sin duda, una de ellas fue 'Flubber', presentado por el gran Robin Williams, en el que interpretaba a un científico loco y amigo de un moco.

Lejos de causarnos espanto, todos acabamos siendo 'fanses' de ese esputo verde y pegajoso, que muchas veces venía dentro de un contenedor de plástico y que hacia ruidos raros al apretarlo, para más inri. Su textura viscosa nos encantaba. Porque sí, jugábamos con mocos verdes de plástico. No aptos para los más sibaritas.

9 La fascinacion por el último VHS que veíamos en casa de nuestros amigos

Ni Netflix y 'Netflax', como dirían nuestras abuelas. Lo que tiraba en nuestra época era disfrutar nuestra película favorita en VHS, esa cinta que tardábamos en rebobinar y que, con el paso del tiempo, comenzaba a verse bastante peor calidad.

No había nada mejor que bajar a casa del vecino o compañero de clase y disfrutar de la última peli en compañía de un buen bol de palomitas y quedarse a dormir en su casa. Ahora, todos pegados al ordenador.

10 La 'Mano Loca'

Éramos muy 'fans'
"Éramos muy 'fans'"

Hemos comentado nuestra gran fascinación por los mocos verdes pegajosos de plástico, pero no podíamos olvidarnos de su versión en mano. Esta, incluso, era más divertida, porque podías 'liarla' en clase a lo grande.

Únicamente teníamos que agarrar la cuerda y lanzar la mano con todas las fuerzas hasta que terminaba pegada en la pared. Y ya, no tenía más historia. Pero que no se quejen las nuevas generaciones: el spinner, sin duda, es más aburrido.

11 El Push POP y las cantimploras

Quién no recuerda nuestra fuente de azúcar favorita
"Quién no recuerda nuestra fuente de azúcar favorita"

La batalla contra el azúcar ha acabado con muchos de las de las golosinas que tanto marcaron nuestra infancia. Y, sin duda, entre ellas destacaban el conocido como el Push POP y las famosas cantimploras.

Nos encantaba abrir esos megunjes de 'colores súpernaturales' y empezar a degustarlos, disfrutando de sabores 'también súpernaturales'. Menos mal que luego podíamos procesarlos jugando a todo correr con nuestros amigos.

12 El muelle de colores

¡Cuántos de ellos terminaban enredados cual estatua picassiana!
"¡Cuántos de ellos terminaban enredados cual estatua picassiana!"

Volviendo al spinner vintage, nos encontramos con el legendario 'Muelle de colores'. Era un juguete que podíamos pasar de mano a mano o colocar al borde de la mesa y dejar que cayera con total sutilidad hacia el suelo.

Sin duda, era uno de nuestros favoritos. Pero había un simple problema: ¿quién no terminó enrollando ese amasijo de círculos y dejando el muelle en versión de estatua picassiana? 

13 Los helados más originales (de verdad)

Uno de los helados más inexplicables
"Uno de los helados más inexplicables"

Los helados que nos encontramos en la actualidad... tienen poca originalidad, seamos sinceros. Ya mires una carta u otra, la variedad brilla por su ausencia y, al final, podemos terminar aburriéndonos.

Pero, sin duda, en nuestra época teníamos una cantidad de opciones de lo más variopinta: el Drácula, el Capitán Cola, el Frigo Dedo y, el mejor, el Strabik: un palo con dos salientes que terminaban en dos ojos a cada lado. Entre el ojo estrábico y el moco verde de plástico que ya nadie conoce... hemos perdido mucho.

14 El Reloj Calculadora y el Reloj de Gominolas

Última tecnología incorporada
"Última tecnología incorporada"

A pesar del status que los adultos aplican al mundo de la relojería, lo cierto es que en nuestra época contábamos con genialidades que, seguramente, ahora serían la envidia de cualquier persona de la 'Generación Z'.

Lejos de smartphones y smartwatches como los actuales, en nuestra época teníamos dos novedades de lo más grandes: el reloj calculadora y el reloj de gominolas. Seguro que, algún que otro avispado utilizó el primero para hacer trampas en más de un examen. Muy mal. Seguro que con el segundo fardabas de mirar una hora que no cambiaba mientras que te comías la pulsera. Muy bien: nadie podría dedicarse a comer relojes a estas alturas del siglo XXI.

15 Juegos en el patio y en el parque

Monedas de 25 pesetas, esas grandes aliadas de las peonzas
"Monedas de 25 pesetas, esas grandes aliadas de las peonzas"

Antes de sentirte ligeramente viejuno leyendo este artículo, te pedimos que te imagines a tu padre o tu abuelo recordándote lo felices que eran jugando con cuatro chapas y un palo. Pero no, esas batallitas no tenían tanto sentido... ¡Cuánto nos gustaba bajar al parque a jugar con nuestros amigos!

Una de nuestras mayores aficiones era tirar aquella peonza con una cuerda que coronábamos con una moneda de 25 pesetas. Esa que parecía un 'donut' y que se quedaba perfectamente pegada a nuestros dedos. Ahora, con los preciados euros, es complicado alcanzar este nivel de tecnología, aunque nos superan en algunos puntos: han cambiado la madera de las peonzas por sorprendentes luces de colores y musiquitas. Casi nada.

Cuando terminabas de dar las vueltas a este juguete, no había nada mejor que organizarte con tus amigos y jugar a lo largo de toda la pista. Uno de los mejores, sin duda, era 'Caballería'. Allí nos dividíamos por parejas, uno subido al otro y corríamos para tocar un muro. Sí, al menos hacíamos deporte.

Tampoco podíamos olvidarnos del 'escondite inglés', ese juego con nombre cosmopolita basado en convertirnos en estatuas cuando 'el que se la liga' giraba la cabeza. Y no nos olvidemos de la rayuela. Sin duda, nadie se aburría en el patio o en el parque por las tardes.

16 Mañanas de dibujos animados

Cuando la TDT no existía, podíamos presumir de contar con ¡cuatro canales! (cinco si vivías en algunas autonomías y seis si pagabas el Canal +). Por aquel entonces, aquello de tener un canal de dibujos 24 horas era impensable y teníamos que esperar a mediodía o a las mañanas del fin de semana para hacer el maratón.

Pero, sin duda, merecía la pena. Entre capítulo y capítulo teníamos leyendas como 'Megatrix', el 'Club Disney', 'Club Super 3' y, en algunas comunidades, el 'Cyberclub', 'La Banda' o 'Babalá'. Sí, todos marcaron nuestras infancias y ya no existen. Porque el mundo ha cambiado: los millennials ya somos viejóvenes. Debemos asumirlo

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