El coronavirus está generando una auténtica parálisis a nivel internacional. El bloqueo de algunas naciones como Italia se une a las restricciones en movilidad internacional para los ciudadanos de algunos países o la cancelación de vuelos ante la previsible bajada en la demanda que contempla la expansión del patógeno.
Pero no todo el mundo se está viendo afectado igualmente por esta situación. Mientras algunos se pegan en el supermercado por comprar papel higiénico y mientras que las aerolíneas se ven obligadas a recortar servicios y las agencias de viajes empiezan a aprobar ERTEs para afrontar la caída de la demanda... la contratación de jets privados de lujo está subiendo como la espuma.
De hecho, hay un claro trasvase entre los pasajeros que optan por las primeras clases de los vuelos comerciales hacia los jets privados en los que el riesgo de contagios y cancelaciones se reducen exponencialmente.
Algunos medios como The Guardian han asegurado que las grandes fortunas están optando por este tipo de jets privados para huir a sus residencias de verano o alquilar casas situadas en zonas rurales. El objetivo: el virus reduce su efectividad de contagio en zonas aisladas.
El caso de China ha sido paradigmático: la elite económica se ha marchado del país temporalmente en cuanto ha tenido constancia de que la enfermedad progresaba en expansión. Las empresas que promocionan este tipo de vuelos aprovechan el miedo y exhiben la imagen de las cuarentenas. Unas restricciones de las que solo los más pudientes se sienten al margen mientras que el resto de la ciudadanía se ve obligada a cambiar por completo sus rutinas.
Tampoco todos viven igual una cuarenten, como bien demuestra Italia. Pasar la cuarentena en un yate de lujo en mitad del Mediterráneo parece haberse puesto de moda. De ahí, que el alquiler de estos barcos se haya visto saturado de demanda en un país con el turismo bloqueado. Mientras el turismo se hunde en Italia, el alquiler de embarcaciones de lujo está completamente saturado.
Mascarillas 'premium' y sanidad exclusiva
La venta de mascarillas en categoría premium ha subido como la espuma. Una de sus grandes defensoras es la conocida actriz Gwyneth Paltrow, que ha aparecido en Instagram portando una curiosa máscara negra durante su viaje a París.
Esa protección se encuentra completamente alejada de las mascarillas que se agotan en las farmacias de barrio. Se trata de un producto fabricado por la empresa Airinium, con un coste situado entre los 69 y 99 dólares y con propiedades especiales: cinco capas de filtración y "una terminación ultrasuave y agradable a la piel del rostro.
Este tipo de mascarillas están proliferando en los ambientes elitistas, principalmente, de Nueva York. Están agotadas y no se conseguirán nuevas unidades hasta el próximo mes de abril.
La histórica farmacia C.O. Bigelow Apothecaries, en el Grenwich Village neoyorquino, vende las N95, el tipo de mascarilla que filtra el virus con mayor efectividad. El establecimiento registra 300 personas actualmente en su lista de espera, un número que avanza con el paso de los días. "Con tal de conseguir la máscara al instante, muchos vienen, se ponen intensos y te espetan cosas del estilo: ¿Acaso tú sabes con quién estas hablando?", ha asegurado un empleado de la farmacia, Justin O'Connor.
Si el coronavirus finalmente llama a la puerta, la situación no es igual para todos. Mientras que las clases bajas de Estados Unidos se ven en problemas para trata su enfermedad, las clases pudientes cuentan con resorts exclusivos donde pueden pasar la enfermedad y con un asistencia de lujo garantizada: nada de hacinamientos en los pasillos de los hospitales. Muchos de ellos, de hecho, cuentan con habitaciones tipo 'suite' con todo tipo de lujos para que la atención sea lo más agradable posible.
En España, por el momento, la privada se ha visto apartada en esta crisis, pero todo apunta a que se llamará a filas a los hospitales ajenos a la Seguridad Social para aliviar la carga que se espera en el sistema público.