Con una lista de países en fase de desescalada creciente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha comenzado a investigar el origen de la pandemia del coronavirus y, sobre todo, cómo se ha producido su expansión a cuenta de evitar un problema similar en el futuro
El último anuncio de Francia, que asegura que el virus ya estaba circulando en el país en el mes de diciembre, no ha sorprendido a la OMS. De hecho, su portavoz, Christian Lindmeier, asegura que probablemente haya casos anteriores. Por ello, ha pedido a todos los países que comprueben sus registros de finales de 2019 para "tener una foto más clara de la pandemia".
La respuesta a esta cuestión es importante para prever futuras pandemias y también valorar si existen responsabilidades. Entre ellas, porque aviva las sospechas sobre la cronología oficial de China, que alertó a la OMS sobre el brote el 31 de diciembre. Los datos serán los que respondan. El inicio del virus, por el momento, se fecha en el 24 de noviembre según un estudio de la Carlos III, el 8 de diciembre -todavía- según la OMS -que ahora reconoce que fue antes-, mientras que la revista The Lancet lo hace el 1 del citado mes; aunque hay dudas sobre si surgió realmente antes, puesto que todavía es pronto para llegar a la raíz del brote.
El caso de Francia es significativo. Se trata de un hombre de 50 años que ingresó el 27 de diciembre en el hospital francés de Jean-Verdier, con fiebre alta, síntomas de gripe y neumonía severa. Ahora, se ha certificado que padecía coronavirus, a pesar de que "no había viajado recientemente y menos hasta China", como ha explicado el jefe de la UCI del hospital, Yves Cohen, en declaraciones al canal BMFTV.
Este caso se encuentra en estudio, pero pudo ser una de las puertas de entrada de un virus que podría haber circulado descontroladamente en China antes del aviso del 31 de diciembre. De hecho, el equipo médico cita a la esposa del paciente, una pescadera que trabaja en un mercado de la misma localidad, que pudo haber entrado en contacto con potenciales portadores del virus y posteriomente haberlo transmitido a su familia siendo asintomática.
La complejidad de conocer el origen y las responsabilidades
Conocer el origen real de esta enfermedad es altamente complicado. Sus síntomas, en muchos casos, se confunden con una gripe estacional, por lo que pudo pasar desapercibido en muchos casos, al contrario de lo que sucede con enfermedades mucho más explosivas como el ébola.
Además, el simple hecho de conocer el paciente cero, no va a acabar con la pandemia, que ya se expande por todo el planeta y ha dejado unas consecuencias extremadamente duras en cuanto a pérdidas humanas y, también, económicas.
Pero hay que tener en cuenta que los protocolos han fallado. En el norte de Italia, por ejemplo, el virus se descontroló durante las primeras semanas porque a los pacientes solo se les preguntaba si habían viajado a China, algo que la mayoría negaba. No mentían: se estaban infectando en sus localidades. Solo cuando se cambió el protocolo y se empezó a valorar los casos como 'posibles', es cuando realmente se conoció el verdadero alcance del brote que nadie estaba viendo.
También hay que tener en cuenta que el mundo que nos espera tras la crisis también deberá afrontar cambios. En concreto, saber qué falla para que el coronavirus haya circulado durante (¿semanas?), sin que nadie lo supiera.
¿Ha ocultado el virus China (no hablamos por su origen, sino por su expansión), la misma que castigó al médico que alertó públicamente sobre la pandemia y que estaba inmersa en una demostración de solvencia como país ante la guerra comercial con Estados Unidos? ¿Han fallado los protocolos internacionales a la hora de controlar la aparición de epidemias que, como se ha constatado a lo largo de la historia, surgen cíclicamente con períodos de alrededor cinco años? ¿Qué sabían Reino Unido o Estados Unidos sobre el alcance de este brote? ¿Se podría haber evitado la pandemia actuando desde el primer minuto o era imposible de prever?
Una respuesta para articular un mundo más solvente en combatir estas crisis
El coronavirus viene para quedarse y, cuando llegue la vacuna, en teoría se volverá a la normalidad real, para convivir definitivamente con el coronavirus. Pero esto no será el final de la batalla: surgirán nuevos virus en el futuro y habrá futuras pandemias que tendremos que afrontar.
Encontrar respuestas a la fecha de nacimiento del virus (no tanto por el nacimiento en un laboratorio al que apela Donald Trump, sino por los protocolos de control) es vital antes un futuro patógeno cuya letalidad no podemos prever.
El caso de España es paradigmático. En un país que actúa como vínculo entre tres continentes y donde el turismo asiático tiene un fuerte impacto, los epidemiólogos consideran que hubo varias puertas de entrada para el patógeno, que estaría circulando dentro de nuestras fronteras desde el 14 de febrero.
Parece que la pandemia atizará la gran globalización en la que nos encontramos, pero cabe preguntarse a partir de ahora: ¿tiene sentido que en los aeropuertos nos obliguen a quitarnos hasta los zapatos en los controles y que no se realice un control de temperatura en situaciones ordinarias o se obligue a portar mascarilla? Esto, que en circunstancias normales no encajaba a nadie, podría ser una restricción de esas que 'vienen para quedarse'.