La escalada de tensión en la península de Corea se ha recrudecido desde la llegada al poder de Donald Trump y el empleo de una retórica más agresiva contra el régimen. Ejemplo de ello fue la petición de "fuego e ira" para desbancar al líder de la única dinastía comunista de la historia.
La última consecuencia de estos hechos se ha registrado este domingo 3 de septiembre, después de que el régimen haya lanzado con éxito una bomba del tipo H, es decir, termonuclear.
El artefacto tiene unas consecuencias de carácter imprevisible, puesto que debido a su naturaleza radioactiva, puede suponer un completo desastre medioambiental en aquellos lugares donde se estalle.
De hecho, los datos registrados han confirmado que la potencia de esta bomba es 10 veces superior a la del último lanzamiento, que demostró su capacidad para destruir grandes zonas de la isla de Japón, tradicional aliado de EE.UU. en la zona, en cuestión de segundos.
La detonación ha provocado, además, un terremoto de 6,3 grados en la escala de Richter, que se produjo ocho minutos después del estallido y que los expertos consideran que se debe al "colapso" del túnel montañoso en el que se llevó a cabo la prueba.
La televisión del ´regimen ha salido rápidamente a confirmar la noticia y ha asegurado que la bomba está preparada para ser colocada en un misil intercontinental. Teniendo en cuenta que el país asiático ya ha lanzado cohetes capaces de alcanzar parte del territorio de los Estados Unidos, la amenaza toma especial consideración en este caso.
Con este gesto, el régimen asegura que quiere terminar con lo que considera "medidas hostiles de EE.UU. y sanciones viciosas" contra ellos. El principal aliado del régimen en la zona, China, ya ha condenado "enérgicamente" los hechos.
Los principales actores de la región de Asia Pacífico están posicionándose en una frágil situación, con una escalada de tensión similar a la que se vivió en 2010, cuando el Norte atacó en varias ocasiones a su enemigo del Sur.
Con esta noticia, el régimen cumple con su sexto ensayo nuclear, en medio de una retórica bélica muy intensa que amenaza con un conflicto violento. Un papel al que tradicionalmente ha jugado el régimen para mantenerse en el poder.