La masajista australiana Cillia Carden interpuso una denuncia contra varios de sus vecinos de la localidad de Perth. ¿El motivo? El olor a carne que llegaba a su patio trasero procedente de las barbacoas que celebraban a menudo.
"Solo huelo a pescado. No puedo disfrutar del patio trasero de mi casa. No puedo salir", aseguró Carden, que lleva a cabo un estilo de vida vegano y no consume carne ni pescado.
Sin embargo, lejos de que su dieta tenga algo que ver con la denuncia, la mujer asegura la razón por la que demandó a sus vecinos no es otra que el fuerte olor a comida y a tabaco, y el ruido de las sillas y de los niños, que jugaban al baloncesto.
Sin embargo, en lugar de comunicar su queja a sus propios vecinos, Cillia Carden acudió directamente al Tribunal Supremo de Australia, que rechazó la denuncia. El siguiente paso de la mujer fue explicar su situación en el programa 9 News.
Un evento multitudinario
Ante esta denuncia mediática por parte de Carden a sus vecinos, estos han decidido pasar a la acción y han convocado una barbacoa multitudinaria frente a la vivienda de Carden, en Perth, para el próximo 19 de octubre. El responsable es un usuario de Facebook que se hace llamar 'Luchador por los animales', con claro sarcasmo y ha creado un evento en la red social para incomodar a la mujer.
En la descripción, el usuario afirma que la denuncia de Cillia Carden estaría relacionada con el hecho de ser vegana y afirma que "Tiene un problema con que sus vecinos cocinen carne en sus barbacoas, porque ella es vegana".
"No dejes que Cillia destruya una vieja tradición australiana y súmate a nuestra barbacoa comunitaria en protesta por sus acciones: ayuda a Cillia Carden a que pille algo de cerdo en su tenedor", continúa el organizador del evento, que cuenta ya con más de 4.000 personas que han confirmado su asistencia.
Pese a que la denuncia ya ha sido rechazada y no existe riesgo para los vecinos de ser demandados, los asistentes a la 'macrobarbacoa' sugieren llenar la calle de Carden de food trucks y asar salchichas, chuletas y morcillas sin descanso. Todo ello, con el objetivo de inundar la terraza de la mujer de un olor a carne que tardaría semanas en desparecer.