Tras un primer anuncio, el Gobierno de Pedro Sánchez ha mantenido finalmente el contrato de venta de armas a Arabia Saudí. "Hasta donde yo sé, el contrato sigue vigente y la fabricación sigue adelante", confirmaba Xiana Méndez, secretaria de Estado de Comercio, en la sesión del Congreso del pasado viernes 7 de septiembre. Poco después, la ministra portavoz, Isabel Celaá, recogió las palabras de Méndez y mostró la "firme voluntad" de mantener los compromisos adquiridos con Arabia Saudí.
Sin embargo, los rumores sobre la ruptura de este contrato habían sido constantes después de que la Ministra de Defensa confirmara su intención de iniciar los trámites para dejar de vender 400 bombas a Arabia Saudí. Por tanto, se completará este cargamento, aunque aún queda esperar para comprobar si se volverá a firmar un nuevo acuerdo de compraventa en el futuro.
No hay que olvidar que este sector mueve mucho dinero. Precisamente, dos días después del anuncio de Grande-Marlaska, un nuevo barco cargó en el puerto de Santander armamento con destino a Arabia Saudí.
Un acuerdo muy controvertido: el Daesh y Yemen
La venta de armamento a Arabia Saudí, no obstante mantiene muchas controversias. Primero, por las constantes noticias que señalan todo tipo de vínculos entre la Familia Real saudí y altos cargos del Daesh.
Estos lazos no son nuevos. En la primera etapa, aquella en la que dominaba Al-Qaeda como eje del terrorismo de corte islamista, el Reino recibió varios avisos por, presuntamente, financiar campos de entrenamiento (algunos se mantienen) en Pakistán y Afganistán.
Precisamente, algunos medios como el Washington Post señalaron también al ISI, es decir, los servicios secretos pakistaníes, como principal plataforma de apoyo a la estancia de Bin Laden en Abbotabad. Puede ser casualidad, pero la operación realizada por Estados Unidos para ejecutar al líder de Al Qaeda se hizo con el mayor secretismo y garantizando que ambos Estados no tuvieran constancia de lo que se estaba planeando (a pesar de que se estaba operando en suelo extranjero). Pues, rizando aún más el rizo, otros periodistas han denunciado que el gobierno saudí ha sido responsable de que Pakistán se convierta en la potencia nuclear que representa actualmente.
Todos estos vínculos se trasladan también a los territorios que controla el autodenominado Estado Islámico. El periodista del diario El Mundo, Javier Espinosa, fue secuestrado por el grupo terrorista en 2014 durante meses. Posteriormente, relató su experiencia en el diario en el que trabaja y subrayó lo siguiente: "Los vigilantes de Mansura nos proporcionaron varios libros sobre el islam y el wahabismo, la filosofía maximalista en la que se ha inspirado el IS. La estancia en este reducto me permitió confirmar por enésima vez cuál es el substrato financiero e ideológico de este ideario radical. Todos los libros -los que utilizan en las escuelas donde enseña a las nuevas generaciones de Raqqa- estaban impresos en el mismo país: Arabia Saudí".
Todos los libros -los que utilizan en las escuelas donde enseña a las nuevas generaciones de Raqqa- estaban impresos en el mismo país: Arabia Saudí
A todo esto, se suman los polémicos bombardeos que el régimen está realizando sobre los Hutíes, una etnia musulmana chiíta residente en Yemen. Estos ataques permencen con gran intensidad desde 2015 y hasta la actualidad. Un conflicto con muchos muertos y que ha derivado en una guerra civil en el país más pobre de todo el Golfo Pérsico.
Y, en este caso, queda destacar la guerra fría vivida con Irán en la región. El Gobierno de Teherán es chií (afín a los hutíes) y el de Riad es sunní y, por tanto, afín al gobierno yemení. Se trata de un campo de batalla (junto a Siria, Irak y el inestable Líbano) que escenifica un conflicto velado pero no declarado y que se está jugando en otras plazas, al estilo del Vietnam de la Guerra Fría.
Por tanto, esta venta de armas corre el peligro de incendiar la región y financiar a ciertos grupos que podrían ir en contra de los derechos humanos.
El desempleo en Cádiz y la falta de industria
El primer movimiento del Gobierno, sin embargo, ha generado conflicto en Cádiz, una de las regiones españolas más castigadas por el desempleo. Los trabajadores del astillero de Navantia en San Fernando (Cádiz), llegaron a cortar el tráfico en la autovía A-4 durante la mañana del pasado viernes 7 de septiembre.
Es el mismo día en el que, por la tarde, se anunció la permanencia del acuerdo con la monarquía saudí. "Somos conscientes de la importancia de este contrato, un magnífico contrato de 1.813 millones de euros y que genera cerca de 6.000 empleos", rezaba Isabel Celaá en la rueda de prensa ante los periodistas.
También se ha alzado la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, que no ha negado en mostrar sus movimientos durante los últimos días: "Desde que se supo la posibilidad de que ese contrato se podía rescindir, nos pusimos en contacto con el Gobierno para trasladarle la preocupación y pedirle que garantice el empleo", afirmó.
También se mostró de acuerdo el alcalde de Cádiz, José María González 'Kichi', que literalmente dijo que defiende la producción de las corbetas para Arabia Saudí ante "el dilema entre fabricar armas o comer". Pablo Iglesias, el líder de Podemos, también aseguró en su momento que "yo entiendo que Kichi ponga por delante los contratos de sus trabajadores" y el regidor gaditano añadió: "si no hacemos nosotros los barcos, los harán otros".
Este es el principal escollo para el órdago que ha lanzado a Arabia Saudí. El municipio gaditano de San Fernando tiene una tasa de paro del 26,06%. Además, la provincia tiene una tasa de paro juvenil (jóvenes de entre 16 y 35 años) del 46,3%. El paro estructural está paralizando a la región y está generando la semilla de otros problemas más graves, como el auge de todas las mafias del narcotráfico que están proliferando en la Línea de la Concepción.
El problema de perder 6.000 puestos de trabajo es que, en la situación de la provincia, no conseguirían recuperarse. El nulo reparto de la tierra, que queda en manos de un grupo minoritario de terranetientes; junto a la falta de industria, está empobreciendo seriamente a la población, que se ve abocada a contratos precarios y vivir de la economía sumergida.
Quizás sea necesario explorar otro tipo de vías para atraer industriar a la región, industrias que están abandonando el Viejo Continente a la hora de producir y que, quizás, podrían regresar con ciertos beneficios económicos o fiscales; únicamente con el fin de conseguir instalar una industria de manera definitiva.