No irá a la cárcel. El nieto mayor del dictador Francisco Franco, Francis Franco Martínez, se ha librado de una condena por el atropello a dos guardias civiles en el año 2012. Así lo ha desestimado el Tribunal Constitucional, que ha considerado oportuno no dar "trascendencia constitucional" al asunto, interpretando que el caso no merece la pena que el Código Penal condene semejante acto.
Siguiendo esta línea, el órgano ha hecho caso omiso al recurso emitido por uno de las dos víctimas del atropello, por lo que el descendiente del dictador no cumplirá pena alguna en prisión por el suceso. Sin embargo, Francis Franco ya fue condenado a pasar cerca de dos años y medio en prisión, 30 meses exactamente. Fue gracias a un juzgado de Teruel, que consideró su implicación directa en el accidente, acusándolo de un delito contra la autoridad y otro por conducción temeraria. Aún así, salió airoso del proceso ya que la Audiencia no amparó la acusación y determinó que su autoría no se podía probar por no existir pruebas suficientes, poniendo en duda las existentes, para declararlo culpable del atropello.
Las víctimas, que en este caso serían los dos guardias civiles, presentaron las principales pruebas contra el nietísimo de Franco. Con ellas pretendieron demostrar que a Francis Franco se le podía identificar como autor de los hechos, aunque al mismo tiempo aseguraron que eran incapaces de renocer su implicación en un 100% de posibilidades. Sin embargo, contaban con las señales GPS que desprendió el móvil que el acusado portaba la mañana del accidente. Por otro lado, los guardias civiles también presentaron otro dictamen con los indicios directos de que el móvil pudo conectarse a 29 repetidores, aunque el hijo de Carmen Franco y Polo alegó que se lo había dejado en una propiedad de su familia en Calatayud.
Era un coche alquilado
Por otro lado, los damnificados de la causa alegaron que contaban en su poder con los testimonios de algunos testigos que rondaban por la zona y pudieron presenciar lo ocurrido. Declararon que vieron a Franco en el lugar de los hechos e, incluso, un vecino afirmó haberlo trasladado desde Bea, localidad donde se abandonó el vehículo implicado.
Todo ocurrió durante la madrugada del 30 de abril de 2012. Esa noche, los dos agentes de la Guardia Civil divisaban un vehículo circulando en dirección contraria y con las luces apagadas, en algún punto de la nacional 234. Sin embargo, el conductor del coche no paró y huyó sin hacer caso al alto de los guardias. Tras lo sucedido, no se lo pensaron dos veces y fueron en busca del coche, al que persiguieron a lo largo de 30 kilómetros por varias localidades colindantes al municipio turolense. No se detuvo hasta llegar a Lagueruela.
El temerario iba acompañado por un copiloto, que intentó amenazar a la pareja de guardias con una funda que supuestamente contenía un arma de fuego. Lo hacía la mismo tiempo que el conductor daba marcha atrás y colisionaba contra el coche patrulla, sacándolo varios metros de la vía. El suceso tuvo consecuencias físicas en uno de los guardias, que aunque no tuvo que ser finalmente intervenido, padeció una cervialgia. Tras este fortuito ataque, volvieron a darse a la fuga, aunque aumentaron la velocidad para que a los agentes no les diera tiempo a recuperarse y capturarles. Posteriormente, las autoridades encontraron el coche en el citado municipio y comprobaron que se trataba de un vehículo de alquiler, propiedad de una sociedad que estaba a nombre del hijo del que habían acusado como autor de los hechos.
