Economista, abogado, redactor económico de la BBC, asesor del FMI, eurodiptuado, ministro... Eduard Punset fue una de esas personas capaces de lograr lo que se propusiera. De trato afable e incontestable inteligencia, su muerte el pasado 22 de mayo de 2019 ha conmocionado a España, pero también deja un legado vivo para una persona que puso gran empeño en divulgar la ciencia y hacerla accesible para todo aquel que tuviera interés en ella.
Una de las pasiones de Punset era la neuropsicología. Así se evidencia en la larga lista de sus libros relacionados con este tema, entre los que destaca 'El sueño de Alicia', en el que consigue sumergirnos en la arqueología de las emociones para proporcionar luz a todos los rincones más desconocidos de nuestra mente.
En gran parte de las entrevistas que brindó durante sus últimos años, Punset denunciaba la falta de conocimientos que sufren los jóvenes a la hora de identificar las emociones. El que no conoce el problema nunca podrá hallar la solución y, por ello, Punset repitió hasta la extenuación la necesidad de incorporar la inteligencia emocional a los planes educativos.
En el control de las emociones, en la gestión del miedo o la tristeza, decía Punset, se halla la clave de la felicidad. Parece sencillo, pero el sistema educativo en España deja a muchos jóvenes con carencias en esta materia y la vida actual no ayuda: "Controlar el pensamiento requiere una formación emocional que no existe en la actualidad", aseguraba en una entrevista con Faro de Vigo publicada en el año 2013. En el siguiente reportaje de su programa emitido en La 2 de RTVE, 'Redes', Punset también ofrecía algunas claves sobre esta materia.
A juicio de Punset, la obsesión con catalogar la inteligencia a través de un cociente intelectual era inválida, puesto que la emoción y su manejo tienen un poder ingente sobre nuestras capacidades, hasta el punto de limitarnos por completo o permitir que nos desarrollemos por encima de la media: "Es muy probable que las mejores decisiones no sean futuro de una reflexión del cerebro, sino del resultado de una emoción", asegura.
Esa influencia de la emoción es determinante, a juicio de Punset, que expresaba sus anhelos de conseguir una formación efectiva en los próximos 40 años, sobre todo para estimular la empatía, reconocer cada emoción y gestionarla con éxito: "No tiene comparación la parte del cerebro destinada a las emociones con la que se dedica a la razón. Yo diría que un 99% de las cuerdas cerebrales están ocupadas por las emociones y el 1% por la razón. La segunda es la intuición, que es lo mismo, se nos había intentado escamotear".
Mirar al pasado y el riesgo de encasillarnos
Punset también pudo celebrar algunos de los avances registrados en el conocimiento de las emociones y, sobre todo, en su normalización. Algo tan sencillo y positivo, como la felicidad, que antes se silenciaba y que en la actualidad empieza a verbalizarse sin complejo:
"Es sorprendente hasta qué punto han cambiado en los últimos diez años los interrogantes que suscita la felicidad. Antes no se hablaba de ello porque se consideraba un sentimiento y, por lo tanto, algo no abordable en una conversación seria. Impresiona constatar hasta qué punto ha cambiado esa perspectiva: hoy se pueden contar casi por centenares los científicos avezados en el tema que hablan de sus orígenes, su naturaleza y su proyección social. Antes no es que no se sintiese felicidad, sino que no se hablaba de ella. No se reconocía que su carencia podía ser la razón de nuestros males", relataba en 2015 en una entrevista con el diario El Mundo.
Nuestro protagonista se mostraba también ilusionado con el cambio de mentalidad que suponían las redes sociales y cómo podían ser unas herramientas útiles para romper muchas de las barreras que nos lastran: "Las redes sociales han roto las fronteras físicas y culturales, permitirán la superación del entorno individual y familiar y alcanzar el conocimiento verdadero".
El camino hacia la felicidad
En ese camino hacia la felicidad, Punset señalaba el control de las emociones, pero también canalizar un cambio de mentalidad en el que muchas veces se cae: la autocompasión y las zonas de confort.
Lejos de las convenciones, uno de los lemas de Punset era que "cualquier tiempo pasado fue peor", señalando la gran cantidad de conocimientos y avances que se encuentran a nuestra mano dispuestos a cambiar nuestra vida a mejor.
Por ello, Punset apostaba por salir de la zona de confort, recordando que ahora sabemos que los miedos que sentimos son la consecuencia de una descarga de exitocina, vasopresina y dopamina; antes que con una realidad que se encuentra a su acecho.
En su conversación con el diario El Mundo, Punset, también resumía la receta de la felicidad en cinco puntos: No mirar atrás, descubrir cuál es tu elemento y controlarlo, aprender a compartir la alegría y el dolor de los demás, asumir que nos encontramos en el lugar más diminuto del universo y que algún día la humanidad querrá explorarlo todo... y por ello la quinta clave aún está por descubrir. ¿Acaso no es el mayor reto para empezar a descubrir que se esconde detrás de las emociones que, muchas veces, dominan nuestro día a día?