La sección tercera de la Audiencia Provincial de Valencia ha condenado a una mujer a cumplir una pena de cárcel de cinco meses por ayudar a morir a su marido enfermo de 95 años.
Es la resolución que se desprende del acuerdo alcanzado entre las partes del procedimiento, acusación y defensa, por el que se condena a la mujer a una pena de cárcel de cinco meses de prisión por un delito de auxilio ejecutivo al suicidio, con la concurrencia de la circunstancia eximente incompleta de alteración psíquica y de la circunstancia mixta, como agravante, de parentesco.
También se concede el beneficio de la suspensión de la ejecución de la pena, aunque se realiza porque la mujer no tiene antecedentes penales y la pena impuesta es inferior a los dos años. Deberá permanecer 24 meses sin cometer un nuevo delito, comunicar nuevos cambios de domicilio y cumplir con una serie de condiciones para garantizar que no se realice este cumplimiento efectivo de la pena privativa de libertad.
Hechos probados
La sentencia considera como probado que la víctima padecía numerosas patologías crónicas asociadas al deterioro psicofísico por el que precisaba la ayuda de terceras personas para la realización de tareas complejas. Además, requería de atenciones médicas continuadas y su estado se deterioraba a diario, algo que le causaba padecimientos permanentes.
Por este motivo, había expresado que, cuando llegara el momento, se le administraran fármacos con el objetivo de que paliaran su sufrimiento y una sedación terminal que terminara con su vida y, de esta forma, garantizar su derecho a la eutanasia. En este sentido, dejó por escrito su deseo de que. si estuviera vigente una legislación en este sentido, deseaba de forma activa que se pusiera final a su vida de forma indolora.
Su esposa había observado su deterioro y conocía la voluntad de su marido. En cumplimiento de su voluntad y en plena pandemia del coronavirus, el 9 de diciembre de 2020, en el domicilio familiar y ambos de acuerdo, le administró por vía intramuscular una dosis elevada de morfina con el objetivo de terminar con su vida de forma indolora, algo que se produjo poco después de su inoculación. El hombre falleció poco después, tal y como había manifestado.
La mujer, debido a la circunstancia vivida durante esos años, padecía un trastorno depresivo agravado por el deterioro psíquico de su marido, que en los momentos previos a los hechos, le produjo una intensa alteración de su estado mental que le mermó su forma de capacidad de entender y querer, sin anular sus facultades cognoscitivas e intelectuales. Ambos no tenían hijos.