Esta comunidad indígena ha empezado a despedirse de su isla en el Caribe para empezar a mudarse a tierra firme. La isla panameña de Cartí Sugdupu se encuentra hacinada y sin servicios básicos, y en cuestión de años será devorada por la subida del nivel del mar.
Esta es una isla del tamaño de cinco campos de fútbol en la que se encuentran viviendo más de mil personas, las cuales tienen que enfrentarse de forma regular a la inundación de sus casas. "Pensamos que nos vamos a hundir, sabemos que va a pasar, pero faltan muchos años, entonces pensamos en nuestros hijos, tenemos que buscar algo (...) donde ellos puedan vivir tranquilos". Estas han sido las palabras de Magdalena Martínez, profesora jubilada de 73 años que ha decidido abandonar la isla.
El gobierno de la isla lleva más de una década trabajando en un plan para trasladar a 300 familias a un terreno de tierra firme debido a los "problemas por la subida del nivel del mar producto del calentamiento global que sufre todo el país", además del "hacinamiento".
Varias islas abandonadas
Según Steven Paton, científico del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales de Panamá, "el hecho es que con el aumento del nivel del mar por causa directa del cambio climático casi todas las islas van a ser abandonadas para finales de este siglo". "Algunas de las islas más bajas (...) cada mes con la marea alta están inundadas", declara.
Ya son varias las islas de Guna Yala que se encuentran en riesgo de desaparecer bajo el agua, y las 49 que siguen estando habitadas están apenas entre 50cm y un metro por encima del nivel del mar.
Se preve que Cartí Sugdupu quede sumergida en el mar en el año 2050. Además, con las lluvias la situación empeora. "Llega el tiempo de noviembre y diciembre y la elevación de la marea nos jode aquí, la isla queda casi como flotando, hay inundaciones, nos afecta, sobre todo a los que viven a las orillas", ha señalado Braulio Navarro, profesor de primaria.
Falta de recursos
En la isla, las viviendas son prácticamente inhabitables, con paredes y techos de caña, madre y hojas de zinc, además de suelos de tierra. A esto se le suma la falta de agua potable, la cual los indígenas deben ir a buscar en ríos o en tiendas de continente.
A demás, para obtener luz eléctrica los habitantes disponen de un generador público que se enciende unas horas durante la noche, aunque algunos usan paneles solares y generadores privados. Los baños son sitios públicos formados por unas tablas cruzadas de madera que se encuentran en los embarcaderos.
A estos factores se le suma el hacinamiento. "No hay espacio para ampliar las viviendas ni para que los niños jueguen", cita un informe de la ONG Human Rights Watch. "Las inundaciones y tormentas han dificultado aún más la vida en la isla, afectando la vivienda, el agua, la salud y la educación", sostiene.
En caso de que el Gobierno siga retrasando la mudanza, la comunidad se instalará a finales de año o a principios de 2024 en la barriada de 22 hectáreas situada a 15 minutos en lancha de la isla. Los habitantes quieren llamarla Isbar Yala o Árbol de Níspero.
La máxima autoridad del pueblo, Nelson Morgan, declara: "Estamos contentos con la mudanza". En su nueva casa, cada familia isleña dispondrá de un terreno de 300 m2 y una vivienda de 49 m2 con dos habitaciones, baño, comedor y cocina, además de agua potable y luz eléctrica.
Navarro es una de las personas que abanadonará la isla junto a su familia. Cuenta que a sus 62 años tiene que levantarse en la madrugada y cruzar todo el pueblo solo para ir a un baño público. "Por eso forzosamente me tengo que ir a buscar una mejor calidad de vida". "Aquí es un lugar caluroso, muy caliente, quisiera irme rápido porque sé que allá tenemos luz las 24 horas, va a haber abanicos (ventiladores), aire acondicionado, habrá un beneficio muy grande para mi familia", cuenta.