La carrera hacia el liderazgo democráta continua hacia adelante. La pelea se divide entre los candidatos Bernie Sanders y Joe Biden, después de los descartes precipitados de Elizabeth Warren (quedó tercera en su propio Estado) y Michael Bloomberg, el magnate que se ha gastado 500 millones de dólares en una campaña que no ha obtenido los resultados esperados.
Las dudas, ahora, se concentran en la persona que encabezará la lista y con ello la estrategia que puede intentar superar a Donald Trump. Un escenario improbable: las encuestas le otorgan una victoria rotunda, lo que ha llevado a la renuncia de Pete Buttigieg para no quemar su carrera política con solo 38 años.
Las vías están claras: atacar a Donald Trump confrontando directamente contra él y aprovechando la polarización que impone para movilizar a un electorado que parece dormido (Bernie Sanders); u optar por el espíritu centrista de Barack Obama y aislar a Donald Trump en un perfil ideológico especialmente pequeño (Joe Biden).
El electorado demócrata parece no encontrar un consenso, porque los resultados a priori están igualados. Sin embargo, el nombre de Joe Biden empieza a subir en apoyos tras imponerse en el Supermartes, donde Sanders apuntaba alto y finalmente quedó a 65 delegados del primero.
"Vuestra fe en nuestra campaña, especialmente cuando los analistas y los medios no contaban con nosotros, significa mucho para mí", declaró Biden cuando empezaban a caer los primeros resultados de las votaciones.
Sin embargo, queda la duda del potencial de Bernie Sanders en unas elecciones contra Trump. Su descarte en las primarias de 2016, cuando Hillary Clinton quedó segunda en las votaciones finales, hacen prever que Trump necesita en su frente a un candidato especialmente alejado del tecnicismo que anteriormente daba buenos resultados.
"Son los multimillonarios los que financian tu campaña [...] No puedes derrotar a Trump con la misma vieja política de siempre", llegó a espetar Bernie Sanders a su ahora contrincante Joe Biden. Nuevamente surgen las dudas: ¿Realmente un candidato tan escorado hacia la izquierda como Sanders representa a una sociedad tan conservadora como la estadounidense? ¿Realmente un candidato centrista puede agitar la bandera del miedo hacia el populismo de Trump con la economía en alza -a pesar del descalabro provocado por la crisis del cornavirus- y el desempleo en mínimos históricos?
Los datos avalan, en principio, a Joe Biden
Por el momento, hay datos que avalan que la candidatura de Biden puede generar mayor consenso que el resto de sus rivales. Primero, porque ha acumulado unos resultados francamente mejores que el resto de sus candidatos a pesar de contar con menor presupuesto y personal para su campaña.
Además, su papel como exvicepresidente de los Estados Unidos, cuando fue de la mano de Barack Obama, le permite construirse un perfil también institucional que le permita esquivar la falta de experiencia de gobierno con la que sí cuenta Donald Trump.
El expresidente Obama ha manifestado públicamente su apoyo por la candidatura. Obama continua siendo un mandatario respetado dentro de sus fronteras y, precisamente, la clave de la victoria de Biden ha sido el voto afroamericano (en Alabama, por ejemplo, registró el 60% de apoyos frente a su rival Sanders, que solo se quedó con un 10% en tercera plaza).
Por otro lado, Biden ya cuenta con el apoyo abierto de candidatos fuertes como Amy Klobuchar y Pete Buttigieg, el primer candidato abiertamente gay a la presidencia de los Estados Unidos, un punto que abre a generar también apoyos dentro de un colectivo LGTBI atacado por Donald Trump.
Sanders, mientras tanto y a pesar de su buen resultado en las pasadas votaciones, todavía intenta llevarse el apoyo de Elizabeth Warren, que todavía no se ha decantado por nadie porque no se ha descartado a pesar de sus resultaods.
Mayor seguridad entre los republicanos
Dejando de lado las hipótesis sobre el tipo de estrategia ideológica y discursiva que se abre en el Partido Demócrata con estas primarias, lo cierto es que los rivales de Trump necesitan especialmente una demostración de unidad ante un candidato si quieren desalojar al presidente de la Casa Blanca.
Donald Trump genera actualmente muchos apoyos, pero en las encuestas continua generando mayor rechazo que aprobación entre los ciudadanos estadounidenses. Cabe valorar el voto oculto, cierto, pero también es importante que contar con un candidato ampliamente apoyado por su partido y que genere mayor simpatía. Solo así, se abre la veda que puede permitir acabar con la reeleción del candidato conservador.
Pero lo cierto es que las perspectivas en el Partido Republicano son mucho más halagüeñas. Durante las últimas votaciones solo ha habido cuatro candidatos, dos de ellos sin delegados, otro (Bill Weld) con uno y, finalmente, Donald Trump acaparando el resto con 833.
Sin duda, el presidente ha arrasado y ha sabido institucionalizarse en el cargo de presidente de lo Estados Unidos, a pesar de lo que exhibió durante su campaña de 2016 y de lo que vaticinaban muchos analistas.
Su estilo ha calado entre los votantes estadounidenses y ahora no genera algo que en sus primeros meses lastraba su candidatura: el miedo a sus tesis tan escoradas hacia la derecha del tablero ideológico. Sin duda, el Partido Republicano se encuentra en un momento dulce y Donald Trump tiene todas las cartas para revalidar su cargo.