Los mayores secretos de muchas personas se encuentran en sus teléfonos móviles. Es habitual esconder intimidades en conversaciones de WhatsApp o en la galería de fotos que no quieres que nadie vea. Pero estos aparatos no son la mejor caja fuerte de secretos, pues siempre se pueden perder, incluso ser robados o hackeados. Esto le ocurrió a Pablo Iglesias (Podemos) y a su ex mano derecha en el Parlamento Europeo, Dina Bousselham.
El caso, que se encuentra en manos de la Justicia, sitúa el robo en la denominada 'Brigada patriótica'. Con este movimiento, consiguieron acceder al contenido privado de la actual secretaria de Migraciones de Podemos, entre el que se encontrarían conversaciones privadas. El verdadero problema es que esta memoria contenía información privada que acabó viendo la luz en 2016 en varios diarios digitales con la intención de desprestigiar a Pablo Iglesias. Entre este contenido publicado había conversaciones sobre la presentadora Mariló Montero, y también informes confidenciales de la formación sobre cómo preparar un debate con Albert Rivera durante la campaña electoral de 2016.
El líder de Podemos decidió no denunciar en su momento, a pesar de saber a la perfección la información que se podría haber utilizado en su contra. Según publica El Mundo, es ahora, después de tres años, cuando Iglesias está utilizando estos hechos en la campaña electoral a modo de denuncia de una operación política que se organizó para desacreditarle.
Los motivos y consecuencias del robo
El móvil se robó en noviembre de 2015, y las consecuencias fueron numerosas. De hecho, la información obtenida desde su tarjeta viajó por varios medios de comunicación hasta aparecer en los archivos del comisario José Manuel Villarejo. Recorrido que ha terminado con la dimisión de Alberto Pozas, el número dos de la Secretaría de Estado de Comunicación de Pedro Sánchez.
Ahora lo que se pretende conocer es el motivo del robo y son muchos los que conjeturan al respecto. Algunos optan por la telenovela, y hablan del despecho de una mujer que no era correspondida, o los celos de un hombre que se sentía engañado. Otros, por su parte, hablan de la historia como si se tratara de un espionaje o una intervención policial para acabar con un partido político.
A raíz de estas sospechas, el marido de Bousselham ha declarado como testigo y aseguró que no se trataba de una venganza por celos, y que no tuvo nada que ver con la publicación del contenido. Otras fuentes judiciales coinciden en culpar a Crónica del alto contenido íntimo de las imágenes del móvil que guardaba Villarejo.
Ocultar información íntima
Varias fuentes de la investigación coinciden en el motivo por el que Iglesias no denunció el caso en el momento de la publicación confidencial. Según un ex trabajador de Interviú, revista a la que también llegó el móvil robado, "él tenía esa tarjeta, sabía el tipo de información que contenía y, si lo denunciaba, corría el riesgo de que realmente se supiese que todo se debió a un ataque de cuernos y que pudiese aflorar su relación con Dina cuando empezaba con Irene Montero." El periodista sentencia: "prefirió aguantar el chaparrón antes que dar pie a que aflorasen sus intimidades".
Por su parte, desde la formación morada han dado diferentes versiones, pero muchas de ellas señalan como culpables a las "cloacas del Estado". Otros no descartan la participación de aparatos de "inteligencia", relacionados con el partido marroquí Autenticidad y Modernidad, fundado por un gran amigo del rey de Marruecos, y con el que Bousselham se ha mostrado cercana en alguna ocasión.
Cómo se filtró la información
Tres años después de todo lo que ocurrió, y de la publicación de las conversaciones en medios digitales como El Confidencial y Ok Diario, Iglesias ha conocido como la información llegó a ellos. Y es que, según El Mundo, en el registro del chalé de Villarejo apareció un pen drive con la memoria del móvil de Bousselham. Así, el líder de Podemos pudo deducir que fue el policía jubilado quien organizó y filtró los datos a sus dos medios de confianza.
Pero Villarejo no declaró lo mismo ante el juez, sino que defendió que entregó el material al director adjunto operativo de la Policía Nacional, y que el robo nunca ocurrió.
Para terminar de atar cabos, faltaba saber cómo llegó la información a manos del comisario. Y fue él mismo el que acusó a Alberto Pozas, también ex director de Interviú, que no tardó en dimitir. Sus declaraciones ante el juez fueron muy enrevesadas y dudosas, por lo que el periodista ha quedado como imputado, pero no se le volverán a tomar declaración hasta que no pasen las elecciones. Hasta entonces, la incógnita sigue sin resolverse.