La mayoría de las veces, las personas tímidas, inseguras o simplemente buenas no son capaces de dar un 'no' por respuesta aunque la petición que se les haga sea la más peligrosa del mundo. Incluso su incapacidad de negarse por no desagradar al otro puede hacerles la vida muy difícil, ya que los demás se suelen aprovechar de quienes les dicen siempre que 'sí'. Sin embargo, cambiar este hábito es muy dificil, pues según Freud, nuestro inconsciente no conoce el concepto de la negación o de lo negativo y casi siempre respondemos por impulso. Así que el 'sí' saldría de manera innata.
Por el contrario, Freud asegura que el 'no' nunca aparece en nuestro vocabulario de manera innata porque debe estar en otra parte de la mente, lo que dificulta la posivilidad de decir conscientemente que 'no'. Pero tenemos que recordar que todo el mundo tenemos derecho a dar un 'no' por respuesta y sin ningún motivo, es decir, no queremos y punto. Además, no ser capaces de negarnos a algo que no queremos o no nos apetece hacer, es ir en contra de nuestra propia voluntad, de nuestros valores y esto acaba afectando a nuestra autoestima.
Y es que una vez que nos damos cuenta de que decir un 'no' es esencial para nuestro desarrollo, nos estaremos dando valor y reforzando nuestra personalidad y autoestima, porque estamos haciendo lo que realmente queremos. Según el psicólogo Tomás Navarro, hacer cosas en contra de nuestra voluntad "nos disgustará y nos hará sentir inferiores por ceder nuestra voluntad a los deseos de los demás y arriesgarnos a ser manipulados y chantajeados".
La técnica del pero
Aunque al principio siempre cuesta dar ese 'no', te dejamos unas cuentas fórmulas para negarte, que ya aconsejó Francisco Gavilán en El País y que servirán para llevar mejor este 'mal trago'. Lo primero que aconseja es que, al negarnos, no demos demasiadas explicaciones porque al hacerlo puede parecer que estamos dando excusas. También aconseja que utilicemos la táctica asertiva del 'pero', es decir, que contestemos por ejemplo: "no puedo hacerte esto ahora, pero es muy probable que mañana sí".
Esto está muy bien para empezar, pero si lo utilizamos siempre acabaremos haciendo lo que no queremos, así que debemos echar mano de esto lo menos posible. Por otro lado, lo que también puedes alegar es que tienes un compromiso y no puedes hacerlo. Sin más, sin expliaciones porque no se las debes a nadie.
Así que debemos ser capaces de pararnos a reflexionar y analizar las emociones que nos llevan a estar siempre disponibles para los demás: miedo a que el otro piense que somos egoístas, malas personas; que se sienta decepcionado o que incluso creamos que la relación se enfriará. El primer paso para hacer lo que realmente quieres, es saber que no siempre puedes ayudar a todo el mundo por mucho que tengas la intención y que tampoco debes complacerlas cuando no quieres. Y es que no se puede agradar a todo el mundo.