La invasión rusa en Ucrania se recrudece cada vez más y tiene a la ciudad de Mariúpol como uno de los puntos más calientes del conflicto. La ciudad ucraniana se encuentra asediada por las tropas rusas y en ella se calcula que hay entre 100.000 y 200.000 personas que permanecen atrapadas, sin poder salir y resistiendo a los continuos bombardeos.
Las autoridades locales aseguran que el 80% de las infraestructuras de la ciudad han sido destruidas por las fuerzas de Vladímir Putin. Además, la ciudad ya no cuenta con agua, ni electricidad ni calefacción y por el momento es imposible calcular la cifra de muertos.
Precisamente Rusia ha dado un ultimátum a Ucrania para que se produjera la rendición de Mariúpol, algo que fue rechazado por Volodímir Zelenski, presidente ucraniano. Si finalmente se produce la caída de la ciudad esta supondría una enorme pérdida industrial para Ucrania y una victoria simbólica para Rusia.
"Mariúpol tiene una importancia práctica y simbólica para Rusia", afirma a The Guardian Andrii Ianitskyi, director del Centro para la excelencia en periodismo económico de la Escuela de Economía de Kiev. "Es una gran ciudad portuaria y una base para las fuerzas armadas ucranianas. Así que si los rusos quieren tener un corredor terrestre [desde el Donbás] hacia Crimea, necesitan controlar la ciudad", añade.
Importante centro industrial
Mariúpol es centro metalúrgico de siderurgia, fabricación de maquinaria pesada y reparación de barcos. De hecho, las principales plantas de siderúrgicas de Ucrania se encuentran en esta ciudad. Una de ellas, Azovstal, fue gravemente dañada debido a los bombardeos rusos, que se repiten sobre estos centros con el objetivo de causar el mayor daño económico posible, asegura Ianitskyi.
Además, Mariúpol también posee el mayor puerto comercial del mar de Azov, desde el que Ucrania exporta grano, hierro, acero y maquinaria pesada. Los destinos principales de estas exportaciones son países de Europa y Oriente Medio como Italia, Líbano y Turquía.
Este puerto ya sufrió con la guerra del Donbás al perder gran parte de su tránsito debido a que, tras la anexión de Crimea por parte de Rusia, esta construyó un puente que conectaba la península con su tierra firme e impulsó restricciones a los barcos que pasaban por el estrecho de Kerch.
Fuerte carga símbolica
La persistencia de las tropas rusas por hacerse con el control de Mariúpol no solo se debe a su fuerte industria, sino que también tiene una especial carga simbólica, según Ianitskyi. En 2014, esta ciudad, la segunda más grande de la región de Donetsk, resistió una breve ocupación de las fuerzas prorrusas.
Así, después de que Ucrania perdiera el control sobre la capital de Donetsk, Mariúpol se convirtió en el principal sitio de acogida de todos los desplazados debido a las partes ocupadas del Donbás.
Asimismo, Mariúpol no es que solo se encuentre en el territorio de la llamada República Popular de Donetsk, es que también forma parte de los territorios a los que Vladimir Putin llama como "Novorossiya" o "Nueva Rusia" y que se refieren a un territorio que se extiende por el este y sur de Ucrania y que Putin considera "tierras históricamente rusas".
Por último, la captura de Mariúpol también supondría una gran victoria para el Kremlin, quién presenta a Ucrania como un país gobernado por los nazis y que ha justificado la invasión con el objetivo de la "desnazificación". Precisamente Mariúpol es sede del Batallón Azov, una unidad militar neonazi y, aunque suponen una fracción pequeña, la propaganda rusa afirma que ha sido la existencia de este Batallón el responsable de las matanzas de civiles y de la destrucción de casi la ciudad entera.