Ciudadanos se estrelló en las pasadas elecciones porque eligieron la dirección contraria a la que hacía de éste un partido atractivo para gran parte de los españoles. El que fuese su líder hasta el pasado mes de noviembre, Albert Rivera, se curtió en Cataluña defendiendo sin complejos la unidad nacional y desenmascarando a la familia Pujol y sus adláteres, que eran dueños y señores de una tierra que ya era su cortijo.
Cuando deciden dar el salto a la política nacional, el joven líder naranja ya tenía la experiencia suficiente para batirse el cobre con los líderes de los dos grandes partidos, algo que, sumado a su magnífica oratoria trabajada durante sus años en la universidad, daban una fórmula de éxito asegurada. Y así fue. El 20 de diciembre de 2015 conseguían 40 diputados, perdiendo 8 (32 escaños) tras la repetición electoral del 26 de junio de 2016 y batiendo su récord en los comicios celebrados el 28 de abril de 2018, cuando consiguieron 57 diputados. Hasta este momento, Rivera y los suyos se habían mostrado como un partido de centro y liberal, dispuestos a pactar a izquierda y derecha siempre que los demás respetasen el orden constitucional y se mostrasen firmes frente al desafío catalán.
Todo esto cambia cuando el Partido Popular sale del gobierno tras una moción de censura y eligen nuevo líder, Pablo Casado, que hace virar el partido a la derecha desdibujando todo el legado de su antecesor, Mariano Rajoy. Así las cosas y con la fuerza que le daban los 57 diputados (tercera fuerza política nacional), los máximos dirigentes de Ciudadanos deciden disputar el liderazgo del centro derecha al Partido Popular, entrando en una vorágine de autodestrucción que no supieron -o no pudieron- parar hasta desinflarse en las urnas el pasado 10 de noviembre, cuando consiguieron tan solo 10 diputadosy perdieron más de 2,5 millones de votos. Para entonces, tras el inexplicable giro ideológico, Ciudadanos ya había perdido el respaldo popular y se veía como un partido a merced de la demoscopia, ya no era el centro útil en el que se refugiaba el votante desideologizado o hastiado de lo mismo, sino que la formación naranja había pasado a formar parte de ese mismo sistema endogámico e inútil desde el punto de vista pragmático.
No obstante Albert Rivera, el único líder catalán que sin ataduras se enfrentó al pujolismo en el Parlament y que convirtió una plataforma ciudadana en un partido regionalista y, años después, nacional, ha sido el único líder, junto a Mariano Rajoy, capaz de dejar el escaño y sus puestos orgánicos. Algo que dice mucho del político que es líder y de la persona que no necesita la política para vivir y comer. Algo que honra y dignifica el servicio público.
¿Cómo puede resucitar Ciudadanos?
No hay recetas mágicas para hacer subir a un partido que en estos momentos goza de una antipatía social muy importante, pero sí hay nociones básicas que pueden ayudar a los naranjas a volver a su esencia, por la cual obtuvo más de 4 millones de votos y ganó las últimas elecciones autonómicas en Cataluña.
Si finalmente coge las riendas del partido Inés Arrimadas estarán empezando a recomponerse en la buena dirección, pues hablamos de la líder que, como se mencionó antes, ganó las elecciones en Cataluña y la única dirigente naranja que en estos momentos goza de popularidad y es conocida por una sociedad cada vez más ajena a la política. Ésta tendrá que hacer un brusco viraje en la estrategia seguida hasta el momento, lo que implica un cambio íntegro de equipo, propuestas y, sobre todo, estrategia de comunicación; la agresividad por respuesta no ha funcionado nunca entre los electores moderados, donde de verdad se encuentra su nicho de votos.
Así mismo, tendrá que repensar su estrategia en las autonomías y municipios en los que es gobierno y, de forma activa o pasiva, la postura de VOX fue decisiva para llegar al poder. La solución no es disolver las Cortes y adelantar elecciones, pero sí sería conveniente que la formación naranja buscase apoyos de otros partidos para, así, dejar a VOX en una posición irrelevante. En el tema catalán tendrán que recuperar la política útil que hizo de la formación el primer partido en la región, alejándose de estridencias que no aportan nada ni a Cataluña ni a Ciudadanos ni a España. Deberán alejarse de la propuesta envenenada del Partido Popular "España Suma" y decir no de forma clara y contundente, porque un partido sin autonomía deja de ser tal porque es fagocitado por el grande, cuando lo que deben buscar los naranjas es lo contrario, no olvidemos a David y Goliat.
Ciudadanos tiene tanto futuro como sus próximos máximos responsables quieran, de ellos dependerá volver a la centralidad política, sin ataduras ni mochilas, sin compromisos previos ni vetos a pactos, salvo los que se antojan naturales por su historia e ideología. Que Arrimadas pueda ser la nueva líder ciudadana es un punto a favor del partido que ahora mismo está en la UCI, que fuese una mujer la que se enfrentase a un grupo de líderes masculinos en el caso de los demás partidos, ya es un atractivo más, pero no el único, pues si consiguen volver al centro del tablero político, los atractivos serían múltiples.
Los españoles de centro, que existen y no son pocos, buscarán de nuevo al partido naranja si estos no vacilan en su retorno a la moderación, y lo que hoy son cenizas de un proyecto ganador, pueden, como el ave fénix, convertirse en la base de una historia de éxitos y victorias.
El futuro político se antoja complejo y cambiante, pero sería sano y bueno para la democracia y las instituciones que Ciudadanos recupere la centralidad e importancia que perdió por decisiones equivocadas. En sus manos está poder dirigirse otra vez a los españoles que no buscan políticas ideológicas sino pragmáticas. En sus manos está ser el ave fénix de la política española.