El apoyo de Ciudadanos al estado de alarma ha sido la puntilla para el giro estratégico del partido hacia el centro. Un cambio de rumbo con el que no comulga Albert Rivera, que ha provocado las bajas como afiliados de Juan Carlos Girauta o Carina Mejías; y que amenaza con la dimisión del diputado Marcos de Quinto.
Mientras tanto, Albert Rivera exhibe su descontento con la gestión del Gobierno con una línea discursiva tendente hacia la confrontación, dentro de la vía de PP y VOX. En Twitter, por ejemplo, ha dudado de las verdaderas intenciones del presidente del Gobierno para alargar el estado de alarma.
"La recalcitrante defensa del estado de alarma por el Gobierno,lo es de una situación de anormalidad institucional, de restricción generalizada de los derechos hasta extremos insoportables, sin sostén suficiente en la legalidad constitucional."Plan B, del catedrático @abetancorpic.twitter.com/x7UA5vQA5R
— Albert Rivera (@Albert_Rivera) May 7, 2020
La distancia entre Arrimadas y Rivera es palpable, mientras que la actual líder empieza a crecer en las encuestas volando sola. Por ejemplo, la casa de sondeos Metroscopia ya recoge su último gesto, donde se dispara hasta la líder política mejor valorada, con un 52% de aprobación por encima del 50% del presidente.
Además y siempre según el citado sondeo, la decisión de Arrimadas conecta de lleno con su electorado: un 77% está a favor de mantener el estado de alarma, una cifra que crece hasta el 80% en el total de la población.
"Lo que le sucede a Albert es que le ha dejado de sonar el teléfono"
Mientras se producen todos estos movimientos, Albert Rivera se prepara para una vuelta al ruedo mediático. Ya avisó que no tenía interés en convertirse en un jarrón chino... pero el problema es que su capacidad de influencia en la cúpula de la formación naranja se reduce a pasos agigantados.
"Lo que ocurre es que a Albert le ha dejado de sonar el teléfono", se ha burlado un destacado miembro de la actual cúpula de Inés Arrimadas sobre sus intenciones de volver a la arena mediática (el miércoles vuelve con una conferencia virtual) en declaraciones al diario El País.
Lo último que ahora quiere Inés Arrimadas es polemizar sobre su relación con Rivera o sacar a la arena mediática los cuchillos que sobrevuelan sobre la formación naranja, ahora que con 10 escaños ha disminuido sensiblemente su presencia en las instituciones y, también, de aglutinar una gran legión de partidarios.
El objetivo ahora es reconstruir las filas de la formación naranja, desprendiéndose del sector más conservador y recuperando a los moderados que huyeron en la anterior etapa. Entre ellos, Toni Roldán, Francesc de Carreras o Javier Nart. Hay dudas con Manuel Valls, con quien Arrimadas no mantiene precisamente una relación prolífica, pero que ahora aplaude los últimos movimientos de la líder naranja.
Mientras crecen todos estos comentarios, queda la duda sobre el paso más complicado para el partido: valorar si va a actuar como visagra en esta legislatura, llegando allí donde ERC no se muestre dispuesta, especialmente en lo relacionado con el asunto territorial. Si la prórroga del estado de alarma abrió heridas, la pelea sobre erigirse como socios prioritarios del presidente del Gobierno, dinamitando el bloque de las tres derechas, puede suponer una auténtica revolución en el partido.