El 31 de agosto de 1997 tuvo lugar la trágica muerte de Lady Di en un accidente de tráfico en el túnel del Alma de París. Su fallecimiento, dos años después de su divorcio con el príncipe Carlos, dio la vuelta al mundo y, tras él, surgieron numerosas teorías conspiranoicas.
Cuando se van a cumplir 24 años de aquel suceso, MoSef Dahman ha decidido romper su silencio sobre las últimas horas de la británica. A sus 56 años, es cirujano especializado en el tratamiento contra la obesidad pero la madrugada de aquel fatídico domingo fue quien atendió a Lady Di. Se encontraba de guardia en el hospital público donde fue trasladada tras el accidente y ahora ha querido relatar al Daily Mail cómo fue su experiencia intentando salvar la vida de la princesa.
Uno de los motivos por los que ha decidido narrar cómo vivió aquella noche es desterrar las teorías conspiratoriasque afirmaban que de alguna manera eran parte de un complot asesino del establishment británico y así reivindicar la labor que hicieron los médicos del hospital de París para evitar el trágico desenlace de la princesa de Gales.
El Mercedes en el que viajaba Diana se estrelló en el túnel del Alma sobre las 00:23 horasno llegó al hospital hasta las 2:06 de la madrugada. En el traslado en ambulancia, sufrió un paro cardiaco, pero pudo ser reanimada.
"Estaba descansando en la sala de servicio cuando recibí una llamada de Bruno Riou, el anestesista principal de servicio, diciéndome que fuera a la sala de emergencias", recuerda Dahman. "No me dijeron que era Lady Diana, pero que había habido un accidente grave que involucraba a una mujer joven. La organización del hospital Pitié-Salpêtrière era muy jerárquica. Entonces, cuando recibías una llamada de un colega de alto nivel, eso significaba que el caso era particularmente serio", recuerda.
Dahman, que entonces tenía 32 años, llegó a Urgencias sin conocer la identidad de la mujer hasta que le informaron que se trataba de Diana de Gales. "Para cualquier médico, cualquier cirujano, es de suma importancia enfrentarse a una mujer tan joven que se encuentra en esta condición. Pero, por supuesto, más aún si es una princesa", ha señalado.
La radiografía que le hicieron nada más llegar reveló que sufría "hemorragia interna muy grave", por lo que se le practicó un drenaje torácico. No obstante, la hemorragia cesó y la princesa continuó recibiendo transfusiones de sangre en la sala de emergencias. Sobre las 2:15 de la mañana sufrió otro paro cardíaco, con lo que los médicos decidieron intervenir.
Dahman comenzó un procedimiento quirúrgico por orden de Bruno Riou en la sala de emergencias, una circunstancia que rememora como "verdaderamente excepcional" que indicaba que la situación era grave. "Hice este procedimiento para permitirle respirar. Su corazón no podía funcionar correctamente porque le faltaba sangre", comenta.
Como resultado de esta intervención, Dahman descubrió que Diana había sufrido un desgarro significativo en su pericardio, que protege el corazón. El pronóstico empeoró. Eran las 2:30 horas. Fue entonces cuando se unió el mejor cirujano cardíaco de Francia, Alain Pavie, quien vio un desgarro en la vena pulmonar izquierda en el punto de contacto con el corazón. Pavie suturó la lesión.
Pese a todos los esfuerzos, el corazón de Diana se detuvo. "Probamos descargas eléctricas, varias veces y, como había hecho en la sala de emergencias, masaje cardíaco", narra. "El profesor Riou le había administrado adrenalina. Pero no pudimos hacer que su corazón volviera a latir", recuerda, apuntando que el equipo continuó estos esfuerzos de reanimación durante una hora.
"Luchamos duro, lo intentamos mucho, realmente muchísimo. Francamente, cuando estás trabajando en esas condiciones, no notas el paso del tiempo. Lo único importante es que hagamos todo lo posible por esta joven", añade. Pero a las 4 de la mañana, el equipo de médicos determinó que ya no podían hacer más por revivir a la paciente. "No pudimos salvarla. Y eso nos afectó mucho", lamenta.
La prensa y los zuecos
En los días posteriores a la muerte de Diana, Dahman no olvida es los intentos de la prensa por infiltrase en las dependencias médicas para obtener información. "Pitié-Salpêtrière es un hospital público. La princesa fue atendida en un edificio donde había otros pacientes del hospital. Vimos gente disfrazándose de personal médico, empujando carritos, tratando de obtener información. Había mucha presión sobre nuestra seguridad", recuerda avergonzado.
Otra de las situaciones inverosímiles a las que tuvo que hacer frente fue cuando un hombre quiso comprarle sus zuecos manchados con la sangre de la princesa. "Cuando estaba tratando a Diana, usaba mis zuecos blancos. Y obviamente en esa situación no le prestas atención a nada más que a tratar de salvar al paciente. Fue solo a la mañana siguiente cuando noté que mis zuecos estaban manchados con su sangre", rememora el doctor. "De todos modos, el hospital es muy grande y estaba caminando entre edificios, cuando un francés se me acercó y me dijo: 'Ah, tus zuecos, me interesan. Quiero comprártelos. Hay sangre azul en ellos'", ha revelado.
Sin duda, la vida de Mosef Dahman ha quedado marcada de por vida por aquella noche: "Cuando es una princesa y sigues su funeral junto con miles de millones de otras personas, y has tratado de salvarla, eso obviamente te marca. Te marca toda tu vida. Porque es tan terrible que esta hermosa persona haya tenido un final tan trágico".