La policía argentina tenía una misión: detener al cirujano argentino Carlos Arzuza por operar en una clínica sin autorización, lo cual había resultado en la muerte de una paciente. La mujer, Beatriz Gattari, se sometió a una liposucción y a un implante de glúteos a manos de Arzuza, pero murió poco después de la intervención. Estos hechos fueron denunciados y la policía se dispuso a detener al médico.
Pero lo que no esperaban los agentes era encontrarse con una nueva operación fallida, y menos realizada sobre el propio cirujano: Arzuza fue encontrado en su clínica clandestina con signos de haber perdido mucha sangre y principios de gangrena en la zona intervenida, el pene. El cirujano se había practicado a sí mismo una operación de alargamiento de pene que también había salido mal, según recoge Clarín. Con la sola ayuda de su asistente, una mujer de nacionalidad rumana que también ha sido detenida, se operó a sí mismo de forma un tanto chapucera.
El cirujano fue trasladado por los agentes al hospital, donde permanece ingresado bajo vigilancia policial. Los hechos de los que se le acusan son muy graves, puesto que todo parece indicar que su operación ilegal ha causado la muerte de una persona.
Ya había sido denunciado
No es la primera vez que Arzuza es acusado de mala praxis médica. En 2013 él y otro cirujano practicaron una operación estética a un paciente que murió por problemas derivados de la intervención. Al parecer, los cirujanos no emplearon a un anestesista y administraron ellos mismos los analgésicos, lo que causó la muerte del paciente. Ambos fueron detenidos y acusados de homicidio, pero quedaron en libertad tras pagar una fianza.
Arzuza se licenció en medicina por la Universidad Nacional de Cuyo y es jefe del servicio de cirugía de un hospital, pero en su tiempo libre practicaba operaciones en una clínica privada que estaba en condiciones precarias. Esta clínica no estaba autorizada para realizar intervenciones quirúrjicas.