A finales de enero, la residencia del poeta de la Generación del 27, Vicente Aleixandre, salió a subasta judicial. Después de una orden anunciada en el Boletín Oficial del Estado (BOE), se estableció el precio inicial de la venta en 4.561.650 euros. Ahora que ha vuelto a sonar su nombre, aprovechamos para traer algunos de los más bellos poemas del sevillano.
1 'Adolescencia'
'Adolescencia' es un poema de Vicente Aleixandre, en el que el tema principal es el paso del tiempo que se simboliza con el puente ( en la primera parte del poema) y con el camino. En los últimos versos se observa claramente el paso del tiempo ya que habla del paso de muchacho a ser un anciano, incluso hace alusión a la muerte con la palabra 'desvanecerse'.
Vinieras y te fueras dulcemente,
de otro camino
a otro camino. Verte,
y ya otra vez no verte.
Pasar por un puente a otro puente.
El pie breve,
la luz vencida alegre.
Muchacho que sería yo mirando
aguas abajo la corriente,
y en el espejo tu pasaje
fluir, desvanecerse.
2 'Se querían'
El poeta muestra en este poema el amor existente entre dos personas, un sentimiento fuerte, pasional y constante que se refleja en todos los aspectos de la vida y en cualquier momento.
Se querían.
Sufrían por la luz, labios azules en la madrugada,
labios saliendo de la noche dura,
labios partidos, sangre, ¿sangre dónde?
Se querían en un lecho navío, mitad noche, mitad luz.
Se querían como las flores a las espinas hondas,
a esa amorosa gema del amarillo nuevo,
cuando los rostros giran melancólicamente,
giralunas que brillan recibiendo aquel beso.
Se querían de noche, cuando los perros hondos
laten bajo la tierra y los valles se estiran
como lomos arcaicos que se sienten repasados:
caricia, seda, mano, luna que llega y toca.
Se querían de amor entre la madrugada,
entre las duras piedras cerradas de la noche,
duras como los cuerpos helados por las horas,
duras como los besos de diente a diente solo.
Se querían de día, playa que va creciendo,
ondas que por los pies acarician los muslos,
cuerpos que se levantan de la tierra y flotando...
Se querían de día, sobre el mar, bajo el cielo.
Mediodía perfecto, se querían tan íntimos,
mar altísimo y joven, intimidad extensa,
soledad de lo vivo, horizontes remotos
ligados como cuerpos en soledad cantando.
Amando. Se querían como la luna lúcida,
como ese mar redondo que se aplica a ese rostro,
dulce eclipse de agua, mejilla oscurecida,
donde los peces rojos van y vienen sin música.
Día, noche, ponientes, madrugadas, espacios,
ondas nuevas, antiguas, fugitivas, perpetuas,
mar o tierra, navío, lecho, pluma, cristal,
metal, música, labio, silencio, vegetal,
mundo, quietud, su forma.
Se querían, sabedlo.
3 'Sin Fe'
Escrito ya en su etapa de vejez, el autor adapta la expresión de sus sentimientos e ideas al patrón, a los cauces expresivos propios de la poesía como género.
Tienes ojos oscuros
Brillos allí que oscuridad prometen.
Ah, cuán cierta es tu noche,
cuán incierta mi duda.
Miro al fondo la luz, y creo a solas.
A solas pues que existes.
Existir es vivir con ciencia a ciegas.
Pues oscura te acercas
y en mis ojos más luces
siéntense sin mirar que en ellos brillen.
No brillan, pues supieron.
saber es alentar con los ojos abiertos.
¿Dudar...? Quien duda existe. Sólo morir es ciencia.
4 'El Olvido'
A través de este poema, el escritor invita a una reflexión sobre el olvido, palabra con la que se titula el texto. El yo poético se dirige a un interlocutor misterioso, tal vez otra persona que lo ha olvidado a él, tal vez él mismo, que ha olvidado a otro; tal vez se refiera al propio olvido, con quien entabla un diálogo.
No es tu final como una copa vana
que hay que apurar. Arroja el casco, y muere.
Por eso lentamente levantas en tu mano
un brillo o su mención, y arden tus dedos,
como una nieve súbita.
Está y no estuvo, pero estuvo y calla.
El frío quema y en tus ojos nace
su memoria. Recordar es obsceno,
peor: es triste. Olvidar es morir.
Con dignidad murió. Su sombra cruza.
5 'Reposo'
Vicente Aleixandre explora temas relacionados con la naturaleza, el tiempo y la introspección. Por lo general, sus obras presentan simbolismos y metáforas que invitan a reflexionar sobre la vida y la existencia de uno mismo.
Una tristeza del tamaño de un pájaro.
Un aro limpio, una oquedad, un siglo.
Este pasar despacio sin sonido,
esperando el gemido de lo oscuro.
Oh tú, mármol de carne soberana.
Resplandor que traspasas los encantos,
partiendo en dos la piedra derribada.
Oh sangre, oh sangre, oh ese reloj que pulsa
los cardos cuando crecen, cuando arañan
las gargantas partidas por el beso.
Oh esa luz sin espinas que acaricia
la postrer ignorancia que es la muerte
Un sevillano que consiguió ser Premio Nobel
Vicente Aleixandre y Merlo -así era su nombre completo- nació en Sevilla el 26 de abril de 1898 y es considerado uno de los grandes poetas españoles del siglo XX. Miembro de la famosa Generación del 27 junto a poetas como Federico García Lorca, el sevillano se hizo con el Premio Nobel de literatura en 1977.
Su infancia transcurre primero en Málaga y más tarde en Madrid, donde estudiaría Derecho y Comercio para ser durante unos años profesor en la Escuela de Comercio de Madrid especializándose en Derecho Mercantil.
Fue su amistad con Dámaso Alonso y sus inquietudes literarias lo que le llevaron a leer y analizar a los grandes poetas de la literatura universal como Bécquer y Rubén Darío. Tras sufrir una grave enfermedad y mientras se recuperaba, se dedicó a escribir poesías que fueron publicadas en las revistas culturales más importantes de la época, consiguiendo gran éxito. Ahí empezó su amistad con los otros componentes de la Generación del 27, como Luis Cernuda. En 1934 recibe el Premio Nacional de Literatura.
Al acabar la Guerra Civil, Aleixandre permanece en España y su obra toma un estilo mucho más personal. En 1949 se le nombra Académico de la Lengua y desde entonces fue el gran maestro y protector de los jóvenes poetas españoles, que acudían a visitarle con frecuencia a su casa de Madrid, donde siempre había tertulias literarias.
Las metáforas son, sin duda, el rasgo más característico de la obra del sevillano. Nombrado como uno de los poetas surrealistas más influyentes, su obra se divide en tres etapas: poesía pura (influencias de Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas y Jorge Guillén); poesía surrealista; poesía antropocéntrica (el hombre se convierte en el centro de atención del universo).
El haber recibido el Premio Nobel en 1977, no sólo se reconocía universalmente su obra, sino la de toda la Generación del 27.
Velintonia, más que una casa
La noticia de la subasta de la vivienda en Madrid del poeta levantó tanto furor entre los admiradores del escritor porque el sevillano siempre había hecho referencias al amor tan puro y cercano que sentía por su casa. De hecho, en una de sus últimas entrevistas, comentaba lo siguiente con respecto a su casa:
"En esta casa en la que hablo ustedes vivo yo desde el año 1927. Siempre digo yo, como un recuerdo querido, que a esta casa vine yo siendo un poeta inédito. Después, en ella he ido haciendo las cosas de mi vida a través de los sucesivos años, que son ya cerca de 40. En cuanto al trabajo, al modo de trabajar, antes les decía a ustedes que esta biblioteca mía es el sitio donde yo leo, pero no el sitio donde yo escribo. Porque por el azar de una grave enfermedad muy larga que padecí en mi juventud, yo en mi deseo de escribir y obligado a un larguísimo reposo de años, tuve que empezar a escribir tendido en la cama. Entonces, tomé el hábito de trabajar acostado y hoy puedo decir que todos mis libros, todos los que yo estoy en mi vida, se han escrito en la cama"
