Murcia es el nuevo Lepe de los millennials. La Comunidad Autónoma se ha convertido en el blanco de las bromas en redes sociales durante los últimos años sin una razón aparente. Sin embargo, es hora de romper una lanza a favor de Murcia y decir basta.
Vale que siguen votando al Partido Popular a pesar de todos los casos de corrupción y problemas generados, pero el resto de España no está para dar lecciones a nadie en ese aspecto. Quien en todo caso podría darlas es el pueblo murciano por su feroz lucha por lograr el soterramiento de las vías. Pero no solo eso. Los murcianos acuñaron en su momento una serie de inventos fundamentales en el desarrollo de la sociedad y geopolítica globales. Os presentamos cinco de ellos:
1 El cajero automático
Corría el año 1913 cuando una curiosa dupla formada por un londinense y un ciezano (Cieza, Murcia) inventó el autocajero, similar a los cajeros automáticos actuales, con la salvedad de que solo distribuía monedas.
Bernard Brunton y Luis Anaya probaron suerte en Murcia con su nueva creación, y fue precisamente en Cieza donde instalaron el primer autocajero. Su éxito hizo que rápidamente se expandiera por todos los rincones del planeta, que prácticamente funcionan igual un siglo después.
2 El autogiro
Si hablamos de inventos y de Murcia, el primer nombre que aparece relacionado es el de Juan de la Cierva y Codorníu, uno de los científicos aeronáuticos más importantes del país. Con solo 16 años, de la Cierva ya había conseguido hacer volar un avión biplano. Con 25, creó el autogiro, el antecedente primario del helicóptero.
Tardó cuatro años en perfeccionarlo, hasta que en 1924 pudo sobrevolar Madrid. En su presentación oficial, voló desde Inglaterra a Francia, alcanzando velocidades de 170 km/h. Ironías del destino, falleció en 1936 al estrellarse un vuelo regular en el que viajaba.
3 El submarino
De la Cierva no es el único ilustre murciano. No podemos olvidarnos de Isaac Peral, científico, marino y militar español, y el autor del primer submarino de guerra que funcionaba por medio de la corriente eléctrica.
Peral recibió 25.000 pesetas de financiación para elaborar el proyecto por parte del ministro de Marina, pero rápidamente se vio que ese dinero era insuficiente. Finalmente, costó 300.000.
El buque submarino fracasó en las pruebas, ya que era detectado con facilidad. Sin embargo, con el correcto desarrollo, los submarinos de guerra fueron fundamentales en la Primera y Segunda Guerra Mundial. En la actualidad, el submarino original de Isaac Peral está abierto de cara al público en Cartagena.
4 Las armas de destrucción masiva
George W. Bush le debe mucho a Manuel Daza Gómez, el pionero en crear armas de destrucción masiva. Lo más anecdótico es que el invento del murciano, al contrario que en Irak, sí estaba destinado para atacar a los estadounidenses.
España acababa de darse de bruces con la realidad. Era 1898, y había perdido todo lo que un día la convirtió en "El imperio donde nunca se pone el sol". Estados Unidos arrasó en la guerra de Cuba y Filipinas, y el temor existente ahora entre soldados y población civil era que los estadounidenses invadieran España.
En ese momento, Manuel Daza se postuló como salvador de la patria y líder antiimperialista con una propuesta innovadora: el toxpiro. El toxpiro era un sistema de proyectiles a larga distancia que, una vez en tierra, se dispersaban aumentando su rango de acción, acompañados además de gases venesosos. Vamos, lo que viene siendo un arma mortal.
Expuso su experimento en varias instituciones y en la prensa, pero no encontró nadie que lo financiara. Como es habitual en este país, pasó de ser admirado a vilipendiado. No obstante, el toxpiro fue la base sobre la que se forjaron las armas de destrucción masiva del siglo XX y XXI.
5 El pa amb tomaquet
Así es. El pan con tomate catalán lo inventaron, en realidad, unos murcianos. En concreto, unos trabajadores que realizaban las obras del metro de Barcelona a principios del siglo XX.
Por lo que se cuenta de generación en generación, el pan que ofrecía el jefe de la obra a sus trabajadores estaba tan duro que tuvieron que inventar algo para ablandarlo. La solución que tenían a mano era el tomate. El resto es historia.