En el sexo no hay nada escrito, sin embargo, es una realidad que algunas prácticas siguen siendo tabú. El cuero, el látigo o los juegos de amo y esclavo hacen disfrutar a muchas parejas mientras los sectores más conservadores de la sociedad lo ven como algo sucio o inmoral. Los tiempos avanzan y cada vez son más los que se atreven a explorar nuevos terrenos introduciendo juguetes o prácticas BDSM.
Aunque el estigma todavía persiste, las prácticas BDSM (bondaje, dominación-sumisión y sadomasoquismo) van saliendo del armario. Y la ciencia lo está avalando. Un reciente estudio conducido por investigadores de la Idaho State University ha concluido que más que una perversión, el BDSM es una actividad tan saludable y enriquecedora como ir de museos o jugar al golf.
DJ Williams, uno de los autores del informe, puntualizaba en un estudio previo publicado en el Journal of Positive Sexuality que "históricamente, el BDSM tan solo ha estado estudiado desde una perspectiva psicopatológica". Sin embargo, debido a aumento del número de adeptos a estas prácticas, ha obligado a la comunidad científica a cambiar la óptica.
Los efectos positivos del BDSM
Para llevar a cabo el estudio se contó com 935 participantes de entre 18 y 78 años que han practicado BDSM. De ellos, un 90% reconoció que les hace sentirse más libres, el 99% admitia que les da placer mientras que el 90% se refirió a estos juegos como una manera de expresarse. Los datos son contundentes: El 91% y el 97% respectivamente declaraba que reduce el estrés y les reporta emociones positivas.
Ante estos resultados, el doctor Williams es claro y no duda en comparar las prácticas BDSM con experiencias de ocio y actividades culturales:
Nuestros descubrimientos muestran que las prácticas sadomasoquistas y las disciplinas de dominación provocan en las personas efectos parecidos al de otras experiencias de ocio y son tan relajantes y sanas como el golf, la natación o asistir a conciertos y actividades culturales
La conclusión de los científicos es clara y sugieren que el BDSM debería clasificarse como hobby, porque "si es reconocido como una experiencia de ocio legítima con beneficios personales, se podrá borrar el estigma que lo asocia a las desviaciones sexuales".