Chile quiere sumarse al siglo XXI y ya se encuentra en plenos trámites para aprobar el matrimonio igualitario con adopciones antes de que termine la legislatura de la actual presidenta Michelle Bachelet.
Con esta decisión, el país andino se sumaría a las naciones más avanzadas de la región (Argentina, Brasil, Uruguay y Colombia) que ya contemplan el matrimonio y la adopción de manera diversa.
La presidenta socialista quiere asi avanzar en su agenda de libertades individuales, entre las que se encontró la despenalización del aborto en tres supuestos, una norma que había sido paralizada por la denuncia de la derecha conservadora (finalmente la Justicia apoyó al Ejecutivo).
Ahora toca un nuevo camino legal con el que la presidenta se enfrentará nuevamente con su oposición: tiene hasta 2018 (el mandato se inició en 2014) para conseguir aprobar esta medida.
Y no lo tendrá fácil: El Código Civil asegura que el matrimonio solo puede estar formado por "un hombre y una mujer". En este caso, la intención es cambiarlo para que indique que se trata de la "unión entre dos personas", lo que puede dar una batalla legal de desgaste que se resuelva después del final del mandato.
El cambio en el régimen patrimonial también se contempla y ahora se primar´a la separación de bienes entre ambos cónyuges (independientemente del tipo de pareja). Esta fórmula únicamente se cambiará si ambas personas lo indican expresamente.
Junto con esta iniciativa, la presidenta también tiene la intención de discutir en el Congreso la Ley de Identidad de Género que permitiría, entre otros asuntos, que las personas transgénero puedan inscribir en el Registro Civil su sexo real en vez del que el médico que les asistió en el parto les asignó al nacer. Igualmente se plantea con el nombre.
Todas estas reformas, entre las que se encuentra también una reforma del sistema de pensiones e incluso de la Constitución, pueden verse entorpecidas por las elecciones del año 2018.
Difícil aprobación
La velocidad de los trámites administrativos impedirán que estas leyes se puedan aprobar durante la presente legislatura. Y no parece fácil que se pueda realizar lo propio en la siguiente: el líder conservador Sebastián Piñera parte como favorito en todas las encuestas y cuenta con todas las papeletas para relevar a Bachelet en la presidencia.
Piñera, que recurrió la reforma de la ley del aborto, se ha mostrado muy reticente a las adopciones homosexuales e, incluso, a llamar matrimonio a todo aquello que no se cierre a una unión entre hombre y mujer.
Precisamente durante su pasado gobierno (2010-2014), se aprobó el denominado como Acuerdo de Unión Civil (AUC), una norma que tenía la intención de recoger legalmente a aquellas personas que tuvieran una relación y que no estuviesen dispuestas a casarse.
En realidad, el Gobierno lo vendió como una fórmula para reconocer las uniones homosexuales, pero el matrimonio continúa vetado para todos aquellos que no se cierren a la heterosexualidad.
Chile está poniendo muchas trabas a todos aquellos matrimonios homosexuales celebrados fuera de sus fronteras. Con esta ley se intenta evitar estos problemas, aunque las posibilidades de que sea aprobada son reducidas. No faltará, eso sí, la batalla legal que los colectivos del país latinoamericano han dado desde hace mucho tiempo.