El pasado mes de mayo, en Wycombe, al sur de Inglaterra, el adolescente transexual Leo Etherington decidió poner fin a su vida después de que su colegio se negara a cambiar oficialmente su nombre.
Según declaraciones de su padre, Leo era un chico muy querido tanto por su familia como sus amigos, su madre murió hace cuatro años víctima de un cáncer de mama y ellos dos, junto con su hermano menor, mantenían una relación muy estrecha.
A pesar de tener a tantas personas cercanas que le apoyasen, Leo estaba muy enfadado con su colegio, un colegio femenino que se negaba a permitirle el cambio de nombre hasta que cumpliese 16 años.
Leo salió del armario ante sus padres en 2013 y no fue hasta pasados unos años, en 2016, que le contó a su padre que era un chico transexual. Tras anunciar su identidad de género, Leo decidió cambiar su nombre femenino ("Louise") por uno con el que se sintiese cómodo, que en un principio fue "Alex", aunque posteriormente decidió cambiarlo a "Leo" porque sentía encajaba más con la identidad masculina con la que se identificaba, "Alex" le parecía demasiado neutro.
Desde entonces, tanto su familia como su entorno le llamaron por su verdadero nombre, con la excepción de los profesores del instituto, a los que desde el colegio obligabaron a seguir tratándole en femenino, a pesar de su voluntad e insistencia. Incluso tras su muerte, el colegio no se ha referido a él como "Leo" exclusivamente, sino como "Louise/ Leo/ Alex".
El suicidio de Leo
Al tener una red de amigos y familiares tan extensa y comprometida, el padre de Leo no creía que la disputa con el colegio le tuviese tan afectado. Creía que podrían esperar a cumplir los requisitos que les pedían y cambiar su nombre a los 16.
Tragicamente, esto no fue así. Un día que Leo no bajaba a cenar, su padre subió a su cuarto para comprobar si todo iba bien, al estar la habitación cerrada, quitó el cerrojo de la puerta desde fuera y se encontró con que su hijo estaba muerto. Los servicios de emergencia no pudieron hacer nada por reanimarle y una investigación posterior conluyó que el joven se había suicidado. En la habitación también se encontró una carta de despedida.
Casos como este demuestran los problemas de la sociedad en cuanto a aceptación y normalización de la transexualidad, poniendo cientos de trabas a aquellos cuya identidad de género no es la misma que la que el médico les impuso al nacer.
En el caso de los menores trans, el desconocimiento del que aún peca la sociedad provoca que los adultos terminen por acharcar estos hechos a "la falta de experiencia o madurez" de los jóvenes. Un argumento completamente falaz.